CONFLICTO CON MARRUECOS
Un informe militar de 1887 advertía de que la isla estaba descuidada
Una memoria militar referida a la isla de Perejil, elaborada en 1887 por el Comandante del Cuerpo de Ingenieros de Ceuta Luis Sánchez de la Campa, advertía ya de que España había descuidado la ocupación del islote, a pesar de haber dudas sobre la soberanía de las misma. En dicho informe, al que tuvo acceso Europa Press, el militar auguraba que, de caer «en manos ajenas», terminaría siendo un motivo de «preocupaciones nacionales». «Podría convertirse en un nido de aventureros marítimos, y tal vez, estas solivianten preocupaciones nacionales sobre nuestro influjo en África y la seguridad de Ceuta», afirmaba en el estudio -depositado en el Archivo General Militar de Madrid- que le fue demandado por el ministerio de la Guerra, con el objeto de conocer los valores tácticos de la isla. Sánchez de la Campa recordaba que la soberanía de la isla no estaba reconocida: «Es verdad que la isla es nuestra de derecho, aunque no por ocupación -sentenciaba-, motivo para quejarse acerca de nuestro descuido, y pretexto para mezclarnos en querellas que no nos interesan, y hacernos salir del juicioso propósito de hacer respetar nuestra neutralidad (...)». Es más, el comandante, en su informe, aconsejaba a las autoridades superiores tomar la iniciativa para hacer notar su presencia en el islote o renunciar de forma definitiva a ella para evitar futuros contenciosos. «El mandar guarnecer la isla, si llegaran días de peligro, por muy pocos soldados, dadas las buenas condiciones defensivas que tiene, a mi parecer, debe hacerse; o bien, prescindiendo de las ventajas militares que su posesión podría darnos algún día, declarar oficialmente que la isla nada tiene que ver con España», puntualizó. En el apartado de «conclusiones», argumentaba que su estudio sobre el terreno había demostrado que Perejil no era «una posición importantísima», pero tampoco «un peñasco inútil». Este experto pensaba ya en 1887 que hacer de la isla «una plaza de guerra» o «una población» que viviera «del presupuesto» sería «un absurdo», aunque creía «prudente» tomar medidas para evitar que cayera en manos de posibles enemigos. «Prevenir que caiga en manos de quien pueda actuar en daño nuestro, o prejuzgar, ocupándola por descuido español, de quien no ha de ser el día de mañana la costa africana del Estrecho, es prudente», añadía. Como posibles soluciones para establecer, al menos de facto, la soberanía española en la zona, Sánchez de la Campa abogaba por colocar «un pequeño faro en el extremo norte de la isla», dado que, «aparte de los servicios que prestaría a los navegantes en esta peligrosa y oscura costa, bastaría para acreditar que la isla es nuestra, bastando para impedir que esto se olvide».