Mario Conde: fatalidad y política

Ni las millonarias inversiones en medios de comunicación ni la minuciosa preparación de la defensa jurídica ni, mucho menos, la arriesgada incursión en el ámbito político resultaron ser estrategias eficaces para Mario Conde. Desde hace casi diez años, cuando el Banco de España decidió intervenir Banesto y puso en marcha el calvario de su entonces presidente, su situación ha empeorado y, simultáneamente, la de algunos de sus colaboradores, al pasar de absuelto a condenado. Cuando Mario Conde era famoso, muchos le consideraban como un modelo a imitar; parece, efectivamente, que han sido algunos los que han intentado seguir sus pasos, a juzgar por los artificios contables que ahora se descubren a ambos lados del Atlántico y que otorgan al brillante abogado del Estado de Tuy una mera condición de aprendiz. Hasta hoy todavía quedaban algunos admiradores que creían que Mario Conde era un tipo listo que se lo había montado muy bien. A partir de ahora, sin embargo, va a ser muy difícil mantener tales criterios. Ni las portadas de los semanarios de hace una década, ni bailar sevillanas, ni usar brillantina y ni siquiera sus amistades con famosos le han servido de mucho. A otros banqueros que ahora son objeto de investigaciones, tal vez se les haya ocurrido pedir recibo a los políticos iberoamericanos a cuyas campañas han contribuido, porque, en otro caso, Conde no sólo va a ser el precursor de los artificios contables, sino de otros errores y el más importante de todos su intento de entrar en política.