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LAS SECUELAS DEL TERRORISMO ETARRA

Vivir con el terror

Las víctimas de ETA, obligadas a convivir a diario con el terrorismo en las calles de su ciudad, tienen que soportar una enorme presión. Centenares de afectados por los atentados padecen un fuerte proceso de cu

La casa cuartel de Santa Pola ha sido el último golpe de barbarie de ETA

Publicado por
Francisco Apaolaza - MADRID.
León

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Un atentado terrorista que durante unos días es portada en todos los medios se diluye entre las nuevas noticias a las pocas semanas. Sin embargo, más allá del olvido periodístico y de la relajación de la opinión pública, quedan perennes las secuelas psicológicas en las víctimas, en sus familiares y en quienes conviven con la amena diaria. Dentro de la tragedia colectiva de la violencia, el dolor individual provocado por la pérdida de un ser querido o la amenaza de ser el siguiente objetivo del terrorismo crea personas ansiosas, intolerantes, estresadas que, pese a su condición de víctimas, se consideran culpables de su situación. Ésta es la descripción de la vida de las víctimas que varios expertos hicieron en los cursos de verano de la Universidad Complutense durante el ciclo «Terrorismo en la era de la globalización», celebrado en El Escorial (Madrid). Susana Fuentes es psicóloga y trabaja desde hace años en el País Vasco con víctimas del terrorismo. Se desplaza a sus domicilios porque «necesitan una relación cercana» y presentan un cuadro grave de ansiedad. Tanto si la víctima ha sobrevivido a un atentado directo como si se trata de los familiares de un fallecido o de un amenazado, se encuentran en una situación de total indefensión, «ya que los conceptos en que se sustentaba su vida han desaparecido». Las reacciones a largo plazo son más difíciles de predecir, según el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, Enrique Echeburúa. En todos los casos se genera de manera inmediata una «conmoción emocional», acompañada de incredulidad y una cierta sensación de irrealidad. A las pocas semanas, puede darse una tendencia al olvido selectivo del atentado, que no desea recordarse: «ni siquiera quieren hablar sobre ello». Todos los expertos coinciden en que a estas señales les sigue la aparición de ansiedad extrema, fobias diversas, sueños angustiosos, depresión, irritabilidad, desconfianza y sentimientos de odio. Son los síntomas del ''shock post traumático'', que se produce frecuentemente cuando el agente culpable, en este caso la violencia terrorista, es deliberadamente provocado por el ser humano. Hombres más agresivos La transformación en crónico de este fenómeno tiene diferentes consecuencias, según el sexo de la víctima. Los hombres presentan una tendencia a manifestar comportamientos agresivos y a abusar del alcohol, mientras que las mujeres somatizan el problema, es decir, que la ansiedad se traduce en problemas físicos como dolores de cabeza o dolencias gastrointestinales, según Echeburúa. «Todos sus traumas se manifiestan con mayor virulencia», confirma Fuentes, que explica cómo los problemas psicológicos subyacentes hacen que su vida cambie después de vivir un atentado.