Diario de León

La posibilidad de que la crisis con Marruecos termine en «marcha verde» inquieta a los políticos españoles, dado el talante impredecible de Mohamed VI

El temor a una guerra

El paulatino deterioro en las relaciones hispano-marroquíes y la campaña de acoso orquestada p

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Calvar/Álvarez - MADRID.
León

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A las agresivas diatribas del rey marroquí hay que sumar las bravatas lanzadas por el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo, que hace dos semanas sugirió la convocatoria de una marcha verde sobre las ciudades autónomas para «liberarlas del colonialismo español». Fuentes diplomáticas españolas reconocen que, pese al aparente buen cierre de la crisis abierta tras la toma del islote Perejil, el encuentro que en septiembre deben mantener los ministros de Exteriores Ana Palacio y Mohamed Benaissa para recuperar las relaciones entre ambos países está cada vez más en el aire. Desde España se ve Marruecos como un país inestable y azotado por circunstancias adversas que lo convierten en un enemigo peligroso: paro enquistado y endémico, corrupción asfixiante, falta de democracia y una situación económica patética. Un ejército potente Además, dispone de un ejército inmenso y con influencia creciente en la corte de Mohamed VI, un monarca ya de por sí impredecible. Por eso, militares y expertos en Defensa de los principales partidos políticos no descartan que Rabat pase de las palabras a los hechos y utilice Ceuta y Melilla para aglutinar al país contra un enemigo exterior que haga olvidar los problemas internos. Marruecos, creen estas fuentes, nunca disparará primero. Pero es posible que Mohamed VI recurra -como hizo su padre en 1975 en el Sáhara- al envío a Ceuta y Melilla de civiles desarmados que se desparramarían en masa por las dos plazas. «Marruecos hizo una marcha verde y puede hacer dos», opina preocupado el portavoz de Coalición Canaria en el Congreso, Luis Mardones. En ese caso, España no podría inhibirse. Tendría que abandonar las ciudades o recurrir al Ejército e iniciar una guerra de resultado impredecible. El incidente de Perejil es, para muchos observadores, cualquier cosa menos una anécdota y por eso, en palabras del portavoz del PP, Manuel Atencia, «cualquier riesgo está perfectamente previsto». El Ejecutivo de Aznar quita hierro al asunto y alude a la buena vecindad y al tratado de Amistad y Cooperación suscrito por ambos países. Además, advierte a Rabat de que con su actitud pone en peligro las cuantiosas ayudas al desarrollo que percibe de España y de la Unión Europea. Alarma social Pero al mismo tiempo el Ministerio de Defensa reforzó en las últimas semanas en más del 70% su presencia militar en el Estrecho. El portavoz del PSOE, Alberto Moragues, adelantó que, si es preciso, su partido apoyará el envío de más hombres y «más buques de guerra» a la zona. El Gobierno rechaza por alarmistas las informaciones publicadas acerca del rearme marroquí, pero los servicios secretos españoles trabajan a destajo para obtener información acerca de esos nuevos sistemas de armas. En particular, preocupa en España qué modelo de F-16, de los tres que hay en el mercado, compró Rabat a Estados Unidos con dinero de Arabia Saudí y de Emiratos Árabes para reforzar su escuadrillas de F-5 y F-1. Los marroquíes mantienen en torno a este asunto el más absoluto secreto. Si se confirman los peores augurios y se trata del cazabombardero Block-60, Marruecos gozaría en caso de guerra del dominio de los cielos, pues sus aviones tendrían una capacidad de combate de la que carecen hoy las Fuerzas Aéreas españolas.

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