OPINIÓN Carlos Carnicero
La ruptura antiterrorista
La lucha antiterrorista tiene unos ingredientes principales sin los cuales el éxito no es posible. La base de cualquier receta es la unidad de los demócratas, porque la mejor ventaja del terrorismo la encuentra siempre en la división. Cada vez que un demócrata se desgaja de los planteamientos antiterroristas, ETA sale ganando y nosotros perdiendo. Ahora, con la rotunda respuesta de Convergencia i Unió, oponiéndose al pleno extraordinario del Congreso de los Diputados para iniciar la ilegalización de Batasuna, la estrategia política contra ETA ha llegado a su punto más bajo en los últimos veinte años. El nacionalismo es una ideología ultrasensible, que se alimenta en el victimismo y en la incomprensión de su diferencia. Hay elementos esenciales del nacionalismo que son muy difíciles de comprender para quien no lo es, porque forman una corteza cuasiespiritual que no admite análisis totalmente racionales. El nacionalismo prioriza el amor exacerbado por la propia tierra sobre cualquier otro derecho político. Un sistema democrático tiene que aprender a convivir con partidos nacionalistas, porque no puede excluirse lo que no se comparte. Y CiU y el PNV forman parte esencial del sistema, precisamente por su carácter diferencial. Habíamos demonizado al PNV, no cometamos el mismo error con CiU. Ahora, con la nueva ola uniformista impuesta por el Partido Popular, y la que se ha incorporado, de buena gana o forzado, el PSOE, el arco de unidad democrática se ha roto y la fórmula se queda sin ningún componente nacionalista, con lo que el reforzamiento de ETA es un hecho. Si había dudas de que modificar la ley para ilegalizar a Batasuna tuviera consecuencias positivas, los responsables del Gobierno y del PP se están encargando de alimentarlas con las últimas iniciativas, tratando de presentar la urgencia en la ilegalización de Batasuna como un remedio frente a las bombas veraniegas de ETA. Nada más falso; pura propaganda política. Tanto José María Aznar como José Luis Rodríguez Zapatero tienen que aprender una lección del pasado. Sólo la unidad de los demócratas consiguió avances firmes y profundos en la lucha política de Euskadi. No basta con que los dos acuerden estrategias, muchas veces condicionados por sus propias expectativas electorales, que utilizan entre ellos, sino que deben sumar a Izquierda Unida y a los partidos nacionalistas para que las posibilidades de éxito sean reales.