Una abstención en clave catalana
La abstención de CiU en el debate parlamentario sobre la ilegalización de Batasuna pasará factura a la federación catalana. Dirigentes nacionalistas catalanes temen que la posición que mantendrán tanto en la Diputación Permanente del Congreso como, con toda probabilidad, en el pleno extraordinario del 26 de agosto tendrá reflejo en la gobernabilidad de Cataluña. Desde la dirección del PP han advertido a CiU que si no secundan en el Parlamento la proscripción de la formación radical será muy difícil que los populares mantengan el apoyo a los nacionalistas catalanes en el Parlamento de Cataluña. La traducción de esta retirada de confianza será que el Gobierno de Jordi Pujol quedaría en minoría en la Cámara autonómica y, quizás, abocado a un adelanto electoral. El panorama que menos desean los nacionalistas catalanes. Fuentes de la dirección de CiU, sin embargo, aseguraron que no piensan modificar sus posiciones, no tanto porque no estén de acuerdo con la ilegalización, siempre las pruebas sean incuestionables, sino porque no comparten la tesis de que sea el Parlamento el foro en que se inicie el trámite. «El Congreso está para hacer las leyes y la aplicación de las mismas corresponde al Ejecutivo», explicó un destacado dirigente de la federación. Presencia nacionalista Los nacionalistas catalanes recuerdan, además, que en el trámite parlamentario de la ley de partidos votaron en contra de que el Congreso y el Senado fueran una de las vías para iniciar el proceso de ilegalización. A partir de estas premisas, los dirigentes de la federación creen que es «perfectamente comprensible» su posición. El PP, por el contrario, recurre al dato de que CiU votó a favor de la ley de partidos en su conjunto, por lo que una abstención ahora sólo se puede entender como «una traición a los demás partidos democráticos» de la que «tomará nota» para obrar en consecuencia. Los socialistas tampoco comparten ni entienden la abstención de la federación catalana. El primer secretario del PSC, José Montilla, atribuyó la posición de CiU a que teme que el PNV les descalifique si apoyan la ilegalización y al «miedo a que se produzcan nuevos atentados». Afirmó que los socialistas se mueven por «la responsabilidad y visión de Estado».