El largo proceso contra el entorno de la banda

El proceso abierto ayer por el juez Baltasar Garzón para cercenar cualquier capacidad de actuación de Batasuna supone la culminación de un proceso iniciado hace ahora cuatro años, el 21 de julio de 1998, cuando el juez decretó la clausura del diario Egin, de la emisora Egin Irratia y la suspensión de actividades de la empresa editora Orain. Esta decisión marcó el comienzo de un proceso de acoso policial y judicial a todas las organizaciones, fundaciones, empresas, asociaciones y estructuras vinculadas al nacionalismo radical sospechosas de colaborar con la banda terrorista. Proceso que condujo, en noviembre del 2000, al procesamiento por la Audiencia Nacional del periodista Pepe Rei, ex redactor jefe del diario Egin y director de la revista Ardi Beltza por considerar que en sus publicaciones señalaba objetivos a la banda terrorista. El siguiente paso llegó en marzo del 2001 con la Xaki, el aparato internacional de ETA. Garzón ordenó la congelación de todas sus cuentas y la suspensión de sus actividades tras observar, entre la documentación intervenida al ex jefe militar etarra José Javier Arizkuren Ruiz Kantauri, datos que confirmaban la integración de Xaki dentro de la estructura de la banda armada. Un mes después, en abril, Garzón decreta la suspensión de actividades y el encarcelamiento de los miembros de EKIN, considerado como el aparato político de ETA, heredero de KAS. Esta organización pretendía la supresión del actual marco jurídico-político mediante la desobediencia civil y la creación de un Estado paralelo. Ese mismo mes, encarceló a los dirigentes de la organización juvenil radical vasca Haika. Garzón consideró a este grupo, heredero de Jarrai, como una estructura más dentro de ETA «que actuaba como una filial de la banda y por eso ordenó su cese de actividades y disolución».