Diario de León

OPINIÓN Carlos Carnicero

Cuenta atrás en Euskadi

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El presidente del gobierno, José María Aznar, ha tenido especial empeño en identificar el proceso de ilegalización de Batasuna con el final de ETA como organización terrorista. Hoy empieza, según esta tesis, la cuenta atrás en un nuevo periodo del largo y doloroso proceso antiterrorista español. Ahora, con las medidas iniciadas por el juez Baltasar Garzón y con el proceso político que hoy comienza en el Parlamento, se sitúa la lucha contra el entorno político de ETA en un plano fundamentalmente represivo, en el que además se han abierto las distancias con Convergencia i Unió y el abismo con el Partido Nacionalista Vasco se nos ofrece como irreparable. A tenor de lo que dicen las encuestas, los ciudadanos españoles están muy identificados con las iniciativas de José María Aznar. No es difícil. La indignación con el terrorismo y con su entorno es un factor emocional garantizado salvo para casos patológicos. Pero no siempre la satisfacción de los instintos, en política, garantiza el éxito de los proyectos. Lo que ahora empieza tiene una dimensión cuyos resultados nos son desconocidos, porque arroja fuera de la ley la representación política de cientos de miles de ciudadanos vascos, que, profundamente equivocados y con una actitud insoportable, tenían su espacio de identificación política institucional. ¿Cuál va a ser la respuesta de este sector de la población vasca? Se podrá decir que la aplicación de la Ley no entiende de factores de oportunidad ni de conveniencia, pero estas declaraciones solemnes puede que tengan mucha rentabilidad política y electoral, pero no son definitivas para derrotar el terrorismo. Euskadi es una realidad muy compleja difícilmente comprensible desde los parámetros racionales establecidos en el resto de España y amparados en la Constitución. Por eso ahora tenemos la prueba de fuego de una nueva estrategia política y represiva que tenemos que procurar por todos los medios que no termine por complicar todavía más el sustrato político del problema vasco. Pero esa es precisamente la cuestión. Siempre habíamos pensado que en Euskadi había también -conviviendo con el terrorismo- un problema de carácter político, manifestado a través del hecho de que un número importante de vascos no quieren ser españoles. !Ojalá! que estos no se multipliquen con la nueva situación.

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