OPINIÓN Pedro Calvo Hernando
Que nos saquen del pozo
Terminan las vacaciones como comenzaron: con el monotema de la ilegalización de la coalición radical abertzale Batasuna, instada ya oficialmente el pasado jueves por el Consejo de Ministros, que contaba con el aval parlamentario del pleno del Congreso del lunes pasado y con el reforzamiento colateral del auto del juez Baltasar Garzón. El primer efecto que se ha producido ha sido, sin duda, la crispación política hasta el paroxismo en el País Vasco y Navarra ante las clausuras de las sedes de la formación radical y la persecución de todos los signos externos de la existencia de la coalición abertzale. Y el segundo, no sé si más o menos importante que el primero, la mayor división que se recuerda de los partidos democráticos, con el bloque PP-PSOE como acorazado de la ilegalización y todos los demás enfrentados entre la postura favorable, la contraria y la abstención. El peor escenario imaginable para soñar en una solución a la cuestión vasca y a la perdida unidad de las fuerzas democráticas dentro y fuera de Euskadi. La culminación de un agitado verano y el pórtico de un dramático otoño. Es evidente que los asesinos de ETA no van a terminar ni aminorar su carrera criminal por el hecho de que Batasuna sea legal o ilegal. Y es evidente que el conjunto de la izquierda abertzale y del electorado que la concreta en las urnas no va a desaparecer de la faz de la tierra ni se va a quedar con los brazos cruzados, ahora ya sin el menor resquicio por el que pudiera colarse cualquier intento de diálogo. Es decir, que, después de los acontecimientos de la gran crispación, agravada por el inhumano e incalificable atentado de Santa Pola, nos encontramos con la organización terrorista ETA tan activa como antes y con la obturación de cualquier posible canal de comunicación con esa gente que aplaude o no condena los actos terroristas y que encabeza un sector de la sociedad vasca en el que la mayoría, según las encuestas realizadas, tampoco da la bendición a esta tan desatada violencia que no entiende a razones. Ante esta amarga y dramática tesitura que nos envuelve, son el PSOE y su líder Rodríguez Zapatero quienes tienen que hacer el esfuerzo, con su relativa posición de centralidad, para sacarnos de este profundo y oscuro pozo.