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Seguridad ciudadana, inmigración y segunda descentralización constituyen las bases de su programa

El PP afronta las próximas elecciones como unas primarias de las generales

Inmigración, seguridad ciudadana, segunda descentralización, política de familia, mundo rural y desarrollo sostenible serán los seis pilares sobre

Jaime Mayor Oreja, en una imagen de archivo durante una entrevista en el Ministerio del Interior

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Ignacio Tylko - MADRID.
León

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Las elecciones pueden allanar u obstaculizar el camino al sucesor de Aznar, aunque la dirección del PP asegura que la gran decisión no estará marcada por los resultados electorales. El presidente del Gobierno participará activamente en un sinfín de actos que la maquinaria del PP ha diseñado para el próximo cuatrimestre, «el más intenso en la historia del partido», según reconoció su secretario general, Javier Arenas. Más allá de definir un programa electoral, el PP hará un despliegue sin precedentes para «intensificar la iniciativa política», según fuentes de su dirección, y contraponer su política «centrista y reformista» al giro a la izquierda que aprecian en el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero. Tanto Aznar como Arenas insistirán en presentarle, a la vuelta del verano, como un «radical retórico, efectista en clave interna, pero sin alternativa de Gobierno». Movilización Fuentes del PP admiten, sin embargo, que el aparato de organización del partido se ha movilizado por temor a perder las elecciones municipales del próximo año y consciente de que existe cierto riesgo de derrota en las elecciones generales del 2004. Unos resultados negativos en mayo del 2003 romperían la trayectoria ascendente que el PP inició con los éxitos de 1995. En el cómputo global de los comicios locales de 1999, el PP aventajó en sólo 37.000 votos al PSOE. Una diferencia mínima que obliga a los populares a asumir que el más pequeño retroceso les conduciría a la inexorable derrota. A fin de recabar el mayor número de votos posible en todo el ámbito nacional, la primera medida que puso en marcha Arenas fue ordenar que el PP tratara de presentar candidaturas en el cien por cien de los municipios. Asume la dirección del PP que todo lo que sea quedar por detrás del PSOE en la suma total de votos, o perder alcaldías claves como Madrid y Zaragoza, sería interpretado como el principio del fin de la etapa de dominio de Aznar y abriría paso a Rodríguez Zapatero. Pese a la lógica inquietud, oficialmente el PP se plantea el ambicioso reto de «aspirar a ser la primera fuerza política en todos los sitios» y, por lo tanto, desbancar al PSOE del gobierno en las comunidades de Baleares, Asturias, Aragón e incluso en sus feudos tradicionales de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Y no sólo eso, sino que el PP también confía en desafiar a la historia y en poder contar con un mínimo de 500 alcaldesas en los municipios españoles tras las elecciones del 2003. El PP llevará a cabo un programa de «actuación preferente» en unas 200 ciudades de tamaño medio, entre 5.000 y 50.000 habitantes, en las que consideran básico gobernar después de mayo del 2003. Son localidades en las que el PP logró sus mejores resultados en los comicios generales del 2000, pero descendió en las pasadas elecciones autonómicas. «Se trata de recuperar la confianza de los españoles en un entorno que afecta a 17 ó 18 millones de habitantes», subrayó Arenas cuando presentó este plan. Renovación Con el objetivo de reducir tensión a los próximos congresos regionales y dar más tiempo a los candidatos que parten en la oposición, el PP ya anunció el pasado 18 de julio sus candidatos a alcaldes en capitales de provincia. El partido en el Gobierno apostó por una profunda renovación al cambiar nada menos que el 47% de las candidaturas. La más sonada, fue la sustitución de José María Álvarez del Manzano por Alberto Ruiz Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid, para la candidatura en la capital de España, donde el PP gobierna con mayoría absoluta. También modificó los candidatos en otros feudos en los que goza de mayoría absoluta, como Las Palmas, Guadalajara y Palma de Mallorca. Otro cambio destacado se produjo en Barcelona, donde el fichaje de Santiago Fisas como vicepresidente del Comité Olímpico Español abrió el paso al hasta ahora presidente regional, Alberto Fernández. El PP también realizó cambios sustanciales en Castilla y León, donde sufrió un fuerte retroceso en 1999. Cambió a los alcaldables de Burgos -destinó al ex ministro Juan Carlos Aparicio-, Palencia, Segovia y Soria. Andalucía, con nuevos aspirantes para luchar frente al poder socialista en Sevilla, Granada, Málaga y Almería, y Castilla-La Mancha, con cambios en Albacete, Cuenca y el reseñado de Guadalajara, son las otras dos comunidades en las que el PP se decanta por la revolución. En el ámbito autonómico, el PP confía en jóvenes promesas como Adolfo Suárez Illana, hijo del ex presidente del Gobierno, y Carlos Floriano, para intentar derrotar a los barones socialistas José Bono, en Castilla-La Mancha, y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en Extremadura. Matas, en la dirección Aún no es oficial, pero todo apunta a que la dirección popular confiará en Jaume Matas, ministro de Medio Ambiente, para intentar recuperar Baleares, y en Josep Piqué, titular de Ciencia y Tecnología, para garantizar un Gobierno estable en Cataluña. Gustavo Alcalde, quien ocupó el puesto de Manuel Giménez Abad, presidente del PP en Aragón asesinado por ETA en mayo del 2001, luchará contra Marcelino Iglesias, que perdió las elecciones de 1999, pero accedió al frente de la Diputación General de Aragón tras un pacto con el PAR. También habrá importantes cambios en las comunidades de Madrid y Valencia, donde Esperanza Aguirre y Camps no tendrán sencillo repetir los holgados triunfos de Gallardón y el ahora ministro de Trabajo, Zaplana.