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Publicado por
León

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Se acabó el verano, pasó la boda y esta próxima semana sus señorías volverán al hemiciclo de la carrera de San Jerónimo en lo que será el inicio formal del curso político. Un curso marcado, sin duda, por la ilegalización de Batasuna y sus consecuencias políticas y judiciales. De entrada los primeros pasos hacia la ilegalización ya han tenido, según los expertos, consecuencias en el planteamiento de terror, miedo extorsión y muerte de la banda terrorista ETA. Si bien en un primer momento se podía augurar un incremento de las acciones de la Kale Borroca -violencia callejera-, las medidas en torno a la ilegalización han supuesto un frenazo y es de prever que este tipo de actuaciones salvajes sean a partir de ahora más selectivas. Está claro que la ilegalización pondrá la cosas más difíciles a ETA. Batasuna ya no podrá allanar su camino, utilizar sus mismos símbolos cederles los espacios electorales aprovechando el dinero de los contribuyentes, financiar la organización y sostener económicamente a sus liberados, disculpar los atentados aludiendo a que son parte de un conflicto político, ni incorporar a etarras entre sus cargos públicos. No podrá filtrar a la banda datos confidenciales sobre ciudadanos, usar sus sedes para fabricar y depositar armamento ni utilizar sus instalaciones para captar terroristas. Todo esto, que son las acciones concretas de las que se acusa a Batasuna, ya es mucho, pero sobre todo es una forma de devolver a los ciudadanos vascos una parte de su dignidad que les está siendo arrebatada desde hace mucho años. La vida cotidiana de muchos es un auténtico infierno y por si fuera poco son obligados a ver cómo a los criminales se les trata como a héroes y sus fotos cuelgan sin pudor de los ventanales de algunos ayuntamientos. Ya sabemos que la ilegalización no será la panacea para curar el mal del terror, pero por lo menos contribuirá a que los del tiro en la nuca lo tengan más difícil. Por lo tanto bienvenida sea.