OPINIÓN Fernando Jaúregui
Garzón, el desconcertante
Despachar en un solo artículo los claroscuros de las actuaciones de Baltasar Garzón resulta del todo imposible: otros autores lo han intentado, al margen de aquel hagiográfico escrito por él mismo a medias con una periodista, incluso en gruesos volúmenes. Ocurre que toda acción de Garzón tiene varias lecturas y, siendo en general positivas sus iniciativas de instrucción, contienen aspectos controvertidos, tantas veces derivados de la poliédrica personalidad del superjuez. Así, si Garzón no existiera, se ha dicho tantas veces, habría que inventarlo: sus impulsos para combatir a Batasuna como brazo político de ETA han sido memorables y, sin duda, han constituido uno de los golpes más duros que la banda terrorista ha sufrido en los últimos años. Pero los afanes de protagonismo del magistrado de la Audiencia Nacional le han llevado a adelantarse a las decisiones y votaciones de los poderes legislativo y ejecutivo, y su amor por aparecer en la letra impresa le hace dictar autos en ocasiones cuestionables. Es lo que ocurre con el último emitido desde el despacho de Garzón, que tan contentos ha dejado a Gobierno y oposición. El magistrado dedica la mayor parte de un auto de catorce folios a decir lo que todos sabemos: que Batasuna ejerce una acción mafiosa, una discriminación racial casi semejante a la practicada por Hitler. Algo con lo que podemos estar más o menos de acuerdo -más bien más que menos, pese a las desmesuras lingüísticas-, pero que, en ningún caso, corresponde al lenguaje que debe figurar en un auto judicial. No es con literatura como un juez debe combatir el terror, como no es con autos como podemos combatirlo los periodistas. El que será famoso auto de Garzón exige una serie tan minuciosa y extensa de pruebas que parece pretender convertirse en el gran sumario contra Batasuna, pero, paradójicamente, puede perjudicar la marcha de otras investigaciones contra la coalición pro-etarra. Si nos diese por ser mal pensados, podríamos llegar a decir que este auto de Garzón quiere encabezar la manifestación de ''Basta ya'' este sábado en San Sebastián. Pero, como no somos mal pensados, tenemos que insistir en el encomiable celo instructor de Baltasar Garzón, un juez cuyas virtudes son, en todo caso, mucho mayores que sus defectos. Ya digo: si no lo tuviésemos, habría que inventarlo, aunque quizá en una versión algo menos estelar y menos... ¿epistolar?