Las Fuerzas Armadas abandonan su labor vigilante en radio, televisión, industrias y ciudades
Las Fuerzas Armadas españolas han dejado de «ocupar» el territorio nacional para dedicarse sólo a protegerlo frente a amenazas exteriores. Hasta hace poco, estaban organizadas en virtud de regiones y zonas militares, y sus unidades desplegadas junto a grandes ciudades, núcleos industriales y centros estratégicos. Durante muchos años, el objetivo principal de los mandos de cada zona no fue proteger esos lugares de ataques exteriores, sino garantizar su conquista inmediata en caso de que una revuelta hiciese peligrar la estabilidad del régimen que les alimentaba. Era un ejército concebido para defenderse a sí mismo. El despliegue basado en criterios geográficos nació en el siglo XIX y fue abandonado definitivamente hace un mes, cuando el Gobierno culminó con un Real Decreto su reforma. En origen, la finalidad del despliegue territorial era utilizar la fuerza militar para mantener el orden público en todo el país, ya que el Estado carecía de unas fuerzas de Seguridad capaces de garantizarlo. Hasta la Guerra Civil, los sucesivos regímenes -monarquía, dictaduras e incluso la República- utilizaron las Fuerzas Armadas para reprimir y aplastar movimientos políticos en zonas como Asturias, Cataluña o Andalucía. Franco mantuvo durante su dictadura ese esquema decimonónico. El miedo del general al enemigo «interior» le llevó a desparramar los tanques de la división acorazada Brunete a lo largo de una línea vertical que partía a España en dos, desde Burgos hasta Córdoba. Una de esas brigadas acorazadas quedó instalada, según fuentes del Ministerio de Defensa, en las cercanías de Madrid, junto a la carretera de Extremadura. Su función no era defender la capital sino estar alerta para, llegado el momento, conquistarla. Por motivos similares, los jerarcas del régimen colocaron un regimiento de Transmisiones del Ejército de Tierra al lado de los estudios de Prado del Rey. Aseguraron así el control de las emisiones de Televisión Española y de Radio Nacional de España. Otros ejemplos fueron el envío de buques de la Armada a las costas del País Vasco y el despliegue de la Brigada Ligera Aerotransportada en Asturias, región considerada de las más conflictivas de España. El despliegue territorial comenzó a perder su sentido en los años setenta, a medida que en los cuarteles generales se abrían paso concepciones más modernas de lo militar.