Los héroes de Euskadi

Fue... no sé si la más multitudinaria manifestación que ha marchado en Euskadi por la libertad. Pocas veces me ha parecido más irrelevante la guerra de cifras que suele acompañar a este tipo de eventos. Desde que el pacto de Lizarra rompió el cristal de la unidad de los demócratas contra el terrorismo, nunca antes las calles vascas han sido tan de las víctimas de ETA, y de la intransigencia. Esto es, para mí, lo nuevo: la noticia. Nunca antes hemos visto junto en Euskadi tanto coraje cívico. Tanto heroísmo. Nunca antes tantos supervivientes y familiares de la matanza etarra, tantos perseguidos y extorsionados por ETA, tantos exilados (esa vergüenza) y tantos vascos que habitualmente callan, se han echado el miedo a la espalda y han salido a «sus» calles para defender «su» derecho a no ser asesinados por el nacionalismo vasco que mata y a no ser excluidos del concierto social por el nacionalismo vasco que gobierna, por el «delito» de no ser nacionalistas. Contra el «nacionalismo obligatorio». Impresiona, la verdad, que, en pleno tercer milenio, en un rincón de la Unión Europea, miles de personas tengan que echarse a la calle para pedir... lo menos que se despacha en democracia: libertad. Pero, así están, así son, en pleno tercer milenio, las cosas en este rincón del mundo hipercivilizado, aunque el Gobierno nacionalista vasco no quiera verlo. Ni compasión pueden esperar, por desgracia, esa casi mitad de los vascos perseguidos en Euskadi por sus ideas, del Gobierno que, cabe recordarlo, debería velar, también, por ellos. Ninguno de los partidos que integran el Gobierno del lendakari Ibarretxe, PNV, EA y EB-IU, estuvieron allí, ni siquiera a título personal. Era una marcha «contra el nacionalismo democrático», ha dicho Anasagasti. Sobran los comentarios pero me permitiré uno: habéis vuelto a dejar solas a las víctimas. La libertad, como rezaba alguno de los carteles que portaban los manifestantes, no te la dan: se conquista. Y, por ella -a por ella- salieron el sábado a la calle los héroes de Euskadi. A por su libertad. Tendrán que persistir. Conquistarla en las calles, y en las urnas. Y en esa lucha por el derecho a discrepar sin que te cueste la vida no puede faltarles el aliento de quienes, del Ebro hacia abajo, pensamos que en España no habrá, de verdad, democracia, mientras no la haya, también, en Euskadi.