Diario de León

OPINIÓN Antonio Casado

Zapatero crecido Aznar rectificado

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No eligió mal momento Zapatero para su golpe de efecto en el Congreso de los Diputados. Justo en vísperas de su proclamación como candidato a la Presidencia del Gobierno y de la fiesta socialista del 28 de octubre, vigésimo aniversario de la barrida electoral del 82. Un Zapatero crecido en las encuestas y un Aznar rectificado por el mal paso del decretazo de mayo y otros desperfectos sobre la imagen del «España va bien». En esas estábamos cuando el joven líder socialista apagó un farol al presidente del Gobierno. Fue el miércoles pasado en el Congreso con ocasión del debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado. Estaba previsto que lo protagonizaran dos actores de segunda fila, el ministro Montoro y el responsable de la política económica del PSOE, Jordi Sevilla. Pero en una maniobra bien calculada por el estado mayor de Zapatero, fue éste quien, cumpliendo los deseos reiteradamente expresados por Aznar, ocupó la tribuna para sorpresa de sus señorías. Bien, cuestiones de estrategia, golpes de efecto, maniobras, nada nuevo. Lo practican los defensas cuando se adelantan dejando en fuera de juego a los delanteros. Está en el guión. Lo que resulta chocante es que el adversario no reaccione. Y es evidente que Aznar, o el superministro de Economía, Rodrigo Rato, no supieron reaccionar. Les faltó cintura. Aznar tuvo que tragarse sus palabras: «Si usted tiene una alternativa económica, atrévase a defenderla en el debate presupuestario», le había dicho a Zapatero. Y éste le aguantó la mirada: «yo salgo, pero usted también», le había replicado. Y sólo quedó la sonrisa de un Aznar que va sobrado y no necesita a estas alturas de méritos suplementarios. Por su parte, Rodrigo Rato, uno de los presuntos sucesores, acababa de llegar de un agotador viaje desde Pekín. No estaba preparado para hacer un aterrizaje de emergencia en el hemiciclo, donde se debatían las cuentas del Estado. Así que los propios diputados del PP sufrieron como habían sufrido los barcelonistas el domingo pasado, cuando el obstinado Van Gall dejaba en el banquillo a Riquelme por no dar su brazo a torcer. El caso es que por jugar al empate o victoria mínima en partido de trámite entre segundones (Montoro y Sevilla), el Gobierno perdió por goleada y, como en la Liga de fútbol, los tres puntos se fueron para el PSOE. O sea, para Zapatero, cinco minutos antes de su proclamación como aspirante creíble a la Moncloa. A Aznar le faltó cintura política para rectificar a tiempo.

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