Ana Palacio asegura no sentirse humillada
La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, dijo ayer no sentirse «ni humillada ni menospreciada» por el protocolo impuesto durante la visita de Estado que ayer inició en Madrid el presidente de Irán, Mohamed Jatamí, y que impidió que el mandatario le estrechara la mano porque la ley islámica prohibe el contacto físico con las mujeres. Palacio, en declaraciones a la prensa a su salida de la reunión del presidium de la Convención Europea, manifestó que «nadie tiene que sacar derivadas» de esta situación y que ella «en absoluto» se siente «humillada». «Me parece que es un planteamiento cultural y desde luego no tengo ningún problema», insistió. En esta misma línea, subrayó que el saludo es «un encuentro entre dos personas y, al final, un encuentro entre dos culturas», por lo que abogó por llegar a «un entendimiento común» y recordó que «nadie se sorprendió cuando la emperatriz del Japón tuvo lo que es de acuerdo con su cultura». Asimismo, negó que la delegación iraní haya pedido que las mujeres se cubran la cabeza en presencia de los varones iraníes. «Eso no es cierto. Jamás ha habido una propuesta en ese sentido», aseguró. Los derechos humanos La ministra de Exteriores, Ana Palacio consideró, no obstante, que «existen otras cuestiones en las que Europa tiene que hablar, cuestiones de fondo, como los derechos humanos» y que ahí es donde existe un acuerdo de la Unión Europea para «dar una oportunidad al diálogo estructurado sobre derechos humanos que Irán ha pedido». «Ahí sí que hay que estar vigilantes», añadió Palacio. En su opinión, su homólogo Kamal Jarazi la acepta como responsable de Exteriores. «Ya he tenido una conversación bien interesante en Nueva York. No es la primera vez que me encuentro con él. No he tenido ningún problema», aseveró. Palacio opinó que la polémica sobre esta visita se debe, en parte, a que «se conoce mal la sociedad iraní de hoy» y que, incluso ella, que dijo haber leído documentación sobre el país durante los últimos tiempos se ha llevado sorpresas. «Es una sociedad muy distinta a los arquetipos y prejuicios que tenemos, aunque en otras cuestiones estamos en lo cierto», consideró.