El dilema de Arrimadas y Ciudadanos
Tras el fracaso catalán el partido debe rediseñar su hoja de ruta para no desaparecer
«Renovarse o morir. Hay que renovarse. Es una evolución lógica». Así de contundente se mostraba Inés Arrimadas en enero de 2017 en vísperas de la IV Asamblea General que marcó un antes y un después en la historia de Ciudadanos. En ese cónclave, el partido abandonó la socialdemocracia de su ideario para abrazar el liberalismo progresista. Una redefinición ideológica con la que su entonces presidente Albert Rivera intentaba relanzar el proyecto naranja de cara al ciclo electoral que estaba por llegar. Cuatro años después tras el batacazo en las generales de 2019, que se repitió el pasado 14 de febrero en las urnas catalanas, Ciudadanos está obligado a renovarse si no quiere desaparecer del tablero político. «Necesita una reconversión que le sitúe otra vez en un espacio político que ahora mismo está perdiendo porque no ha sabido definir o establecer unas barreras de un electorado propio», reconoce Gema Sánchez Medero, doctora en Ciencias Políticas y profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Tras el fracaso en Cataluña, Ciudadanos vive momentos de zozobra que ponen en cuestión la supervivencia de su proyecto político y que han puesto contra las cuerdas a Arrimadas, a punto de cumplirse el primer aniversario de su liderazgo.
El fantasma de UPyD acecha y ya hay quienes ven dentro del partido una fusión con el PP como «única solución» para evitar su extinción. Pero ni la dirección naranja, ni los afines a Arrimadas quieren oír hablar de tal posibilidad. La líder de los liberales ya dejó claro durante la tensa reunión del comité ejecutivo para analizar el revés en las autonómicas catalanas que Ciudadanos es un «proyecto autónomo» y que no renunciarán a un espacio propio, de centro y liberal, en el que caben acuerdos a izquierda y a derecha. «Debería esforzarse por encontrar su nicho electoral en el espacio del liberalismo progresista, para conseguir una supervivencia a largo plazo gracias a una base social definida», analiza Ramón Villaplana, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Murcia. Una estrategia con la que la formación naranja no sobrepasaría al PP pero que sí le proporcionaría, según apunta este experto, «estabilidad y esa identidad propia que necesita». Para Giselle García Hípola, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Granada, la supervivencia de la formación liberal pasa por «dejar de jugar al escapismo».
El elector no lo entiende
Según explica, en contextos tan polarizados como el que tenemos en la actualidad, «no vale ser biconceptual y jugar al centro porque el elector no lo entiende y al final prefiere tener la seguridad de qué haría un partido en diferentes situaciones y Ciudadanos no está dando esas certezas o marcos de referencia».
Arrimadas quiere volver a ilusionar a sus votantes y ya ha marcado la hoja de ruta a seguir para conseguirlo. Los liberales mantendrán la mano tendida al Gobierno, como han hecho durante toda la pandemia, para tratar de influir en las grandes reformas que deberá afrontar España con la llegada de los fondos europeos mientras se distancian «todo lo posible» de los argumentos de Pablo Casado y acallan las voces internas discordantes con la dirección. Sánchez Medero reconoce que la líder naranja no lo tendrá fácil para reconducir al partido. «Para reestructurarse —subraya— necesita que haya una cierta cohesión interna».
Y todo esto mientras el PP mantiene su OPA hostil para «engordar» el espacio del centroderecha y cortar las alas a Vox.