Diario de León

Arrimadas solivianta a los críticos de Cs y pierde poder

Inés Arrimadas el jueves, en el homenaje a las víctimas de los atentados del 11-M. RODRIGO JIMËNEZ

Inés Arrimadas el jueves, en el homenaje a las víctimas de los atentados del 11-M. RODRIGO JIMËNEZ

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Los tambores de guerra en Ciudadanos suenan cada vez más alto. El fiasco de la operación Murcia, que ha dejado al partido liberal fuera de dos gobiernos autonómicos en la misma semana, amenaza con desatar una rebelión interna.

La decisión de tres diputados murcianos de rebelarse contra la dirección y votar en contra de la moción de censura contra el popular Fernando López Miras disparó ayer la tensión en las filas naranjas. Dirigentes de peso como Begoña Villacís, Juan Marín o Toni Cantó exigieron a una silenciosa Inés Arrimadas la convocatoria urgente de una ejecutiva para dar explicaciones de lo que consideran una «chapuza».

«Ciudadanos nunca ha tenido miedo a rendir cuentas, ni al debate, ni a las explicaciones», aseveró en Twiter la vicealcaldesa de Madrid.

Acorralada por las consecuencias que pueda arrastrar el ‘tamayazo’ murciano, la líder liberal se plegó a sus peticiones y ha citado este lunes a todos los dirigentes territoriales a una reunión que se augura muy tensa y en la que se pedirá de nuevo la cabeza del vicesecretario general Carlos Cuadrado, en el punto de mira desde el batacazo en Cataluña.

El número tres de Ciudadanos fue el encargado de negociar con el PSOE y la Moncloa la moción de censura y de reunirse después con los diputados autonómicos para recoger sus firmas. En el entorno de Arrimadas echan balones fuera y descartan, al menos de momento, su salida.

«Si quieren buscar culpables haganlo en Murcia», aseveró el portavoz adjunto en el Congreso, Edmundo Bal. Ni la dirección de Ciudadanos en Murcia ni la nacional vieron venir la traición. En las últimas horas, los tres habían trasladado su compromiso con la firma de la moción. Incluso, los liberales habían situado a Valle Miguélez, uno de los díscolos, como miembro del equipo negociador con el PSOE para establecer el programa del nuevo Gobierno. «Asistimos a un nuevo caso de corrupción», aseveró Bal, que acusó al PP de «comportamientos mafiosos» al «comprar voluntades» mediante «dinero, cargos y poder».

El partido ya les ha abierto expediente de expulsión. Isabel Franco, vicepresidenta regional y con la que la cúpula naranja mantiene desde hace meses un enfrentamiento abierto, conservará su puesto que iba a perder con la censura en favor del PSOE ya que, según lo acordado, la Presidencia recaería sobre la coordinadora de Ciudadanos Ana Martínez Vidal. Francisco Alvarez y Miguélez, por su parte, entraron ayer en el Gobierno regional.

No dará un paso atrás

Arrimadas tendrá que enfrentar una avalancha de críticas de los suyos por una situación en la que los errores de cálculo han sido siderales en un momento de debilidad del partido por la caída estrepitosa en las urnas catalanas y con un sector de Ciudadanos exigiendo un cambio de rumbo.

Pero la presidenta naranja se ha blindado en sus posiciones y pese a los nubarrones que se avecinan no parece dispuesta a dar un paso atrás. Defiende haber ejecutado una maniobra arriesgada para la supervivencia de Ciudadanos como proyecto político frente a quienes auguran el principio del fin de la formación liberal.

La cúpula del partido ha tratado desde el miércoles de culpar al partido de Pablo Casado de todos sus males, negando una y otra vez que el terremoto en Murcia, que propició el adelanto electoral en Madrid, fuera a repetirse en otros territorios.

Con la última maniobra de los conservadores, Ciudadanos considera que se ha cargado de razón y que ya nadie puede «dudar» de que el partido hizo lo «correcto».

«Acertamos», insistió Bal, confiado de que el giro de guion en Murcia al único que va a perjudicar «de verdad» es al Partido Popular.

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