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León

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A sus 33 años, el ascenso político de la pamplonesa Ione Belarra ha sido fulgurante. La nueva ministra de Derechos Sociales ha pasado en tan solo seis años de ser una diputada rasa del Congreso a codearse con el resto de miembros del Gobierno de coalición.

Con el líder morado comparte el tono duro y la convicción de que el PSOE debe atenerse a la literalidad del pacto firmado por ambas formaciones. Su llegada al Ejecutivo, además, promete continuar la guerra en torno a asuntos que aún no han cicatrizado, como la regulación de los alquileres, en cuya negociación lleva participando ella misma desde hace meses.

Miembro del núcleo duro de Podemos, representa a una nueva generación de líderes de la formación que fue premiada por su trabajo en el partido con el ascenso a las secretarías de Estado de los ministerios que ocupó la formación morada tras su entrada en Moncloa. En su caso, ha ostentado desde enero de 2020 la Secretaría de Estado para la Agenda 2030, puesto que le ha valido el reconocimiento de asociaciones cívicas y sociales.

También encabezó las negociaciones más duras del Gobierno, como la de los Presupuestos, que concluyeron con éxito, la prohibición de los desahucios durante el estado de alarma o las de vivienda. Belarra tampoco ahorra las críticas públicas a otros ministros, especialmente a la titular de Defensa, Margarita Robles, de quién llegó a decir que era «la preferida de Vox y el PP».

La navarra comenzó a darse a conocer cuando asumió los mandos de la portavocía de Unidas Podemos en el Congreso en verano de 2018. Entonces Irene Montero y Pablo Iglesias disfrutaban de las bajas de paternidad.

Belarra conoció a Montero en las aulas de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid -ella estaba en cuarto, Irene en quinto- y en aquellos años nunca imaginaron que serían compañeras de Gobierno. Esa amistad que se forjó entre apuntes y olor a café ha sobrevivido a todos los terremotos dentro de Podemos, incluida la asamblea de Vistalegre II, que las aupó a la primera línea del partido y soterró el errejonismo.