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León

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La campaña electoral madrileña entró ayer en una nueva fase marcada por la crispación existente entre los dos bloques principales. A un lado, PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, han convertido la cita en un combate contra «la ultraderecha», que ven representada en Vox y su potencial socio de gobierno, el Partido Popular, sobre todo después de que la candidata de la formación que lidera Santiago Abascal, Rocío Monasterio, dudara el viernes sobre las amenazas recibidas por el secretario general del partido morado, Pablo Iglesias, y su familia. Un hecho que, creen, puede dar la vuelta a las encuestas que vaticinan una amplia victoria de Isabel Díaz Ayuso.

El cabeza de lista de los socialistas, Ángel Gabilondo, dio un giro a su eslógan de campaña, que ahora ha pasado a ser «no es sólo Madrid, es la democracia». Ayer, en un mitin en Vallecas, se mostró más combativo que de costumbre con sus rivales de la derecha. «Señora Ayuso, no es momento de ser frívolos, paren a su socio», exigió mientras planteaba los comicios como una lucha entre «fascismo o democracia».

Mismos argumentos que emplean Más Madrid y Unidas Podemos. «La democracia está en peligro por la impunidad», alertó la candidata Mónica García.

Iglesias también azuzó a los suyos contra Monasterio. Ayuso, por su parte, trata de no perder su ventaja de no haber acudido al debate en la Ser. Los populares quieren evitar que la recta final de campaña se convierta en un duelo entre Vox y Unidas Podemos que movilice a sus respectivos electorados y pueda perjudicarles en las urnas el 4 de mayo. Y en medio de ambos bloques, Edmundo Bal y Cs.