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León

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Una semana después de la entrada masiva e irregular de 9.000 migrantes en Ceuta la tranquilidad retorna poco a poco a la ciudad autónoma pero no a las relaciones entre Madrid y Rabat. El Gobierno de Pedro Sánchez trabaja contrarreloj para reconstruir los puentes aunque recalca que el conflicto es con la Unión Europea, no con España. Pero Marruecos no parece dispuesto a rebajar la tensión y amenaza con alargar el conflicto, aunque se esfuerza en disociar a España del resto de Europa, con quien no tiene, remarca, contencioso alguno.

«Marruecos distingue entre sus muy buenas relaciones con casi todos los países de la UE y una crisis bilateral nacida de una actitud hostil de España», aseveró el titular de Exteriores marroquí, Naser Bourita, en la radio francesa Europa1.

El jefe de la diplomacia alauí acusó al Ejecutivo de Pedro Sánchez de haber intentado derivar el debate hacia la cuestión migratoria, mientras la crisis tiene su origen «en una decisión nacional tomada por España sin haber consultado sus socios europeos», en referencia a la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser tratad de covid en un hospital del Logroño. Una visión que no comparten en la Moncloa, que ayer volvió a dejar claro que el conflicto no es sólo con España sino con el conjunto de Europa. Cuentan para ello con el respaldo de la Comisión Europea y de los Estados miembros —incluido Francia—, que han cerrado filas con Madrid desde el principio ante lo que consideran una agresión en su frontera sur.

«Europa no se dejará intimidar o chantajear por nadie», afirmó Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, dirigiéndose a Rabat.

Bruselas incluso ha llegado a advertir al país magrebí sobre las millonarias ayudas relacionadas con la migración si se repiten este tipo de episodios. «Hay algunas ayudas que están condicionadas por los comportamientos de los países», avisó ayer el Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell.

El Gobierno es consciente de que la crisis está lejos de terminar, aunque hayan decidido no responder a los gestos hostiles y no va a llamar a consultas a su embajador en Rabat, como ha hecho Marruecos con su representante en Madrid. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, explicó que echará mano de la «diplomacia discreta» para normalizar «en toda su plenitud» las relaciones.

Rabat insiste en que el traslado de Ghali, a la Península es una afrenta y sostiene que la solución de la crisis está en manos de España.

Si opta por la salida del lider saharaui de la misma forma que entró, en secreto, «es que busca el agravamiento de la crisis o incluso la ruptura» de las relaciones. Una opción que descarta el Ejecutivo que quiere reconducir cuanto antes «unas relaciones de buena vecindad y sólidas» con Marruecos.

Tanto es así que Sánchez no ha pedido que se aborde este asunto en concreto en el Consejo Europeo que comenzó ayer y concluye hoy, aunque será difícil que no se cuele en la agenda.

No es el único frente que tiene abierto el Gobierno. PP y Vox han decidido hacer de las crisis entre España y Marruecos el tema central de oposición al Ejecutivo. Las dos formaciones aprovecharán el pleno del Congreso y la sesión de control del miércoles para poner contra las cuerdas al Ejecutivo. Los populares han pedido la comparecencia de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y de los ministros de Exteriores, Interior y el de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

El partido de Santiago Abascal ha registrado una proposición para instar al Gobierno a adoptar contramedidas urgentes frente a la «agresión» de Rabat; además de solicitar las comparecencias de González-Laya, el director de Seguridad Nacional o el secretario de Estado para Migraciones, entre otros. | M.E. ALONSO