Aragonès, día 1: choque con la CUP
Pere Aragonès se estrenó ayer en el cargo de presidente de la Generalitat y en solo 24 horas se topó de bruces contra los tres principales desafíos que va a tener por delante: la lucha contra la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas, la cuestión de los presos y la reivindicación soberanista, y las disputas con los socios de la mayoría independentista.
En su primer día vivió una síntesis de lo que puede ser su mandato.
La CUP, que votó a favor de su investidura, no es que no esperara a los cien días de gracia, es que no le dio ni 12 horas. A primera hora de la mañana, antes de que el jefe del Ejecutivo autonómico llegara al Palau de la Generalitat y estrenara su sillón en el despacho presidencial, la CUP ya se había echado a la calle. Los anticapitalistastas, a travès de su rama juvenil Arran, ocuparon durante horas la sede de ERC en Barcelona como protesta por la actuación de la unidad de antidisturbios de los Mossos en un desahucio en un piso de la capital catalana. Se esperan meses de conflictividad social, como consecuencia de la crisis, y la CUP ya avisa al Gobierno catalán que no tiene un cheque en blanco.
La segunda carpeta del primer día en la oficina para el presidente fue la de los presos. Los visitó en las cárceles.
La otra prioridad será el de la lucha contra la pandemia y sus consecuencias económicas. Ayer anunció un plan integral de salud mental y emocional.