El renovador que ya estaba ahí
El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, tiene con la compañera de partido a la que aspira a destronar más de un punto en común. Los dos crecieron en barrios humildes de Sevilla, ambos son licenciados en Derecho, católicos y cofrades y además se decantan por el Real Betis. Las coincidencias no terminan ahí. Al igual que Susana Díaz, Espadas, de 55 años, lleva toda la vida dedicado a la política y a la gestión de los asuntos públicos. Algo para lo que parecía señalado desde el mismo momento de su alumbramiento en el Hospital de las Cinco Llagas, el edificio del siglo XVI que tras dejar de tener uso sanitario es desde 1992 sede del Parlamento de Andalucía.
Comenzó a trabajar como asesor jurídico de la entonces Agencia de Medio Ambiente con sólo 23 años, ocho antes de que el incombustible alcalde de la localidad sevillana de Dos Hermanas, Francisco Toscano, se fijara en él y lo fichara para el PSOE. A partir de aquel inicio como asesor, la vida laboral y política de Espadas estuvo ligada a la Junta. Entre 2004 y 2008 fue viceconsejero de Medio Ambiente y Chaves lo nombró consejero de Vivienda y Ordenación del Territorio.
Espadas asegura que desde ese puesto impulsó planes supramunicipales de las principales ciudades andaluzas, donde adquirió un conocimiento profundo de Andalucía que ahora presenta como aval para optar a la presidencia. También fue ahí donde forjó su sintonía con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que permitió que años después, ya como regidor de Sevilla, impulsaran un eje de desarrollo entre las dos ciudades andaluzas.
Los colaboradores de Espadas dicen de él que cuando se trata de negociar no se levanta de la mesa hasta que llega a un acuerdo. En 2010 salió del Gobierno porque el PSOE de Sevilla, que dirigía Susana Díaz, tenía otros planes para él: lo veía como la persona idónea para conservar para los socialistas la Alcaldía de esa ciudad. Espadas, que había sido nombrado senador, aceptó el desafío, pero el desgaste de la marca PSOE en el declive de Zapatero le pasó factura.
El popular Juan Ignacio Zoido obtuvo mayoría absoluta y Espadas se convirtió en jefe de la oposición. Mantuvo el acta de senador, hasta que en 2013 Susana Díaz, que acababa de relevar a José Antonio Griñán en la Junta, lo invitó a que se la entregara a éste. La travesía duró hasta 2015, cuando Espadas ganó las municipales, victoria que repetiría cuatro años después. Desde el Ayuntamiento ha sabido pactar presupuestos tanto con Podemos como con Cs y asistir siempre en el bando susanista, aunque desde un discreto segundo plano, a las duras batallas internas de su partido. Ahora reclama autocrítica por la pérdida de la Junta y propone una renovación del socialismo andaluz basado en el municipalismo. Rechaza ser un peón de Pedro Sánchez y asegura que el PSOE sólo volverá a gobernar Andalucía si aprende a escuchar y deja atrás sus batallas internas.