Pedro Sánchez cimenta con los indultos su estrategia de apaciguamiento en Cataluña
Aragonès avisa al presidente del Gobierno de que solo la autodeterminación pondrá fin al conflicto con España
El Gobierno central abrirá hoy una nueva etapa en las relaciones entre Cataluña y el resto de España después de años de enfrentamiento político y judicial por el desafío independentista. El Consejo de Ministros aprobará la concesión de los indultos a los nueve presos del ‘procés’, que cumplen desde hace más de mil días sus penas de nueve a trece años por un delito de sedición.
Las medidas de gracia las anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una conferencia celebrada en el teatro del Liceu de Barcelona, donde habló de «cambiar la historia», de empezar a resolver el conflicto catalán y donde apeló a la «concordia», al «reencuentro» y a «restituir la convivencia».
Conceptos grandilocuentes para unas medidas de gracia, con las que de momento el Gobierno ha conseguido poner de acuerdo, en su rechazo más enérgico, al independentismo más radical con la derecha española.
Así, tanto la ANC como el PP, Ciudadanos y Vox cargaron con dureza contra la decisión del Gobierno, mientras Pere Aragonès dio una cal y otra de arena.
La conferencia de Sánchez fue seguida por unas 300 personas de la sociedad civil catalana, entre otras, la alcaldesa de Barcelona, el conde de Godó, líderes sindicales y empresariales y solo un dirigente independentista, el expresidente del Parlament durante el tripartito, el republicano Ernest Benach. Durante la intervención del presidente, varios centenares de independentistas, convocados por la ANC y por los CDR, se manifestaron a las puertas del teatro con insultos contra el Gobierno y al grito de independencia y amnistía. «Clemencia no es justicia», exclamaron. En el interior, un miembro de Arran, la rama juvenil de la CUP, interrumpió el inicio de la conferencia vociferando «visca la terra» y la «independencia es la única solución».
El jefe del Ejecutivo, en su cuarta visita a Barcelona en sólo una semana, compareció solo, con tres banderas en el escenario (europea, española y catalana) y justificó la elección del Liceu como un símbolo de la reconstrucción, tras el incendio de 1994. Obvió que el templo operístico arrastra una leyenda negra porque el fuego pudo ser provocado.
Sánchez justificó los indultos por su «utilidad» política. A su juicio, está sacando a nueve presos de prisión, pero podría sumar a millones de personas a la convivencia. Es la tesis de la desinflamación y el apaciguamiento.
RECOMENZAR
Adujo Sánchez además que ya ha concluido la vía judicial con una sentencia firme del Tribunal Supremo, que el Gobierno está obligado a tramitar y dar respuesta a las peticiones de gracia formuladas desde diversos ámbitos de la sociedad civil y que este es el mejor momento para «recomenzar» una vida «compartida y en común» entre los catalanes y el resto de españoles.
«Para llegar al acuerdo, alguien tiene que dar el primer paso», esgrimió.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, valoró, de hecho, como un «paso» el anuncio de Pedro Sánchez. «Se abre un paso en el camino del diálogo y la negociación», dijo. No obstante, replicó que se trata de una medida «insuficiente» e «incompleta».
«El conflicto sólo se puede resolver con la autodeterminación», advirtió. ERC, que apoyó la investidura de Sánchez y aprobó sus presupuestos, valora el gesto, pero trata de venderlo como un «triunfo» del independentismo, pues teme que los sectores más radicales le acusen de haberse rendido y de haber renunciado a la vía unilateral a cambio de salir de la cárcel.
LOGRO DE ERC FRENTE A JUNTS
Esquerra consigue el guiño que pedía para poder justificar su apuesta por la vía pragmática, en pugna con Carles Puigdemont, que calificó la agenda del reencuentro como una operación de distracción «frívola» y exige una solución para los ‘exiliados’. Junts calificó el acto del Liceu como puro marketing y propaganda y dijo que si Sánchez aprueba los indultos es porque se ha visto «obligado» por las «presiones internacionales» y no por «generosidad». Sánchez y Aragonès se verán este mes en la Moncloa y el dia 30 el presidente comparecerá en el Congreso. Antes de las vacaciones, podría reanudarse la mesa de diálogo.
Casi cuatro años después de la declaración unilateral de independencia y nueve años después del inicio del ‘procés’, los indultos pueden marcar un antes y un después, al menos empezar a destensar el conflicto. El presidente del Gobierno, que la pasada semana recibió el apoyo del mundo empresarial, se asegura la estabilidad parlamentaria en lo que queda de legislatura y abre una grieta en el secesionismo, desencantado tras las cartas de Junqueras y Jordi Sànchez y después de un pacto de gobierno entre ERC y Junts que no pone la proa hacia la independencia.
Sánchez admitió que no hay que ser «ingenuos» en relación a la solución del pleito catalán. La excarcelación de los presos permitirá «comenzar de nuevo y hacerlo mejor esta vez», se conjuró. Está por ver si los indultos son una meta volante, como pretenden los independentistas, o si es la etapa final. El presidente apeló al espíritu constituyente de 1978 para que el soberanismo vuelva a creer en un proyecto en común. «No espero que cambien sus ideales», asumió. «Solo exigimos», avisó a Aragonès, que «nos atengamos al pacto constitucional». «Fuera de la legalidad no hay espacio», advirtió.
Y al PP y a las fuerzas de la derecha que se oponen a los indultos, les pidió que al menos reconozcan la «plena legalidad» y «constitucionalidad» de la medida, mientras al mundo judicial le recordó que la decisión que adoptará el Consejo de Ministros ni «cuestiona» ni «revoca» la sentencia del Supremo de diciembre de 2019.
«Simplemente, se trata de otro plano», justificó.