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El secretario general de la ONU da su apoyo al diálogo de Pedro Sánchez con Cataluña

El jefe del Ejecutivo no concreta su plan pero rechaza toda consulta que obligue a los catalanes a elegir «identidades»

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, con Pedro Sánchez ayer, en la Moncloa. FERNANDO ALVARADO

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León

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No hay mucha duda de que Pedro Sánchez sabía, siquiera a grandes rasgos, lo que contestaría el secretario general de la ONU, el socialista portugués António Guterres, ante una pregunta sobre los pasos que ha decidido dar el Gobierno en relación a Cataluña. Y no defraudó. Tras el respaldo de los sindicatos, los empresarios y obispos catalanes y el líder de la CEOE y la Conferencia Episcopal, el jefe del Ejecutivo pudo exhibir ayer un nuevo respaldo a su apuesta por la distensión con el independentismo en plena ofensiva de la oposición por la concesión de los indultos a los líderes del ‘procés’.

Guterres, de visita oficial en España desde el jueves, se reunió ayer en la Moncloa con el presidente del Gobierno antes de mantener un encuentro con el rey y de entrevistarse con la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. En otras circunstancias, es muy probable que se hubiera evitado una comparecencia ante los medios, pero esta vez la Moncloa organizó una breve rueda de prensa en el jardín para propiciar el buscado espaldarazo.

«No es propio del secretario general de Naciones Unidas comentar las cuestiones de política interna de los Estados miembros y también de España —comenzó el portugués tan pronto como vio la muleta—. Pero, para mí, hay un principio global esencial, que es el principio de que todos los problemas tienen que solucionarse políticamente y que el diálogo es un instrumento esencial para solucionar los problemas de nuestro tiempo».

El veterano político, reelegido para el cargo el pasado 18 de junio, añadió también que «la creación de condiciones para que el diálogo pueda fructificar es siempre algo muy importante en nuestras sociedades», palabras de las que cabe deducir su visto bueno a las medidas de gracia. Sin embargo, evitó ser más específico sobre los gestos concretos que, a su juicio, podría tener el Ejecutivo para resolver el largamente enquistado problema catalán.

Guterres guardó silencio sobre la posibilidad de celebrar un referéndum de autodeterminación —a pesar de que la ONU solo reconoce ese derecho a las antiguas colonias, pueblos, dice su resolución 1541, sujetos a «una subyugación, dominación y explotación extranjeras»— o, en su caso, convocar una consulta no vinculante al amparo del artículo 92 de la Constitución, como en 2013 propuso el que fuera vicepresidente del Tribunal Constitucional y presidente del Consejo de Estado nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero, el fallecido Francisco Rubio Llorente. A esa propuesta hizo referencia en el debate del pasado miércoles en el Congreso el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, para defender que el referéndum sobre la independencia cabe en la Constitución.

Sánchez sí salió, en cambio, al paso de ese debate, amplificado a raíz de una vaga respuesta de la vicepresidenta Carmen Calvo el jueves en RNE. «Es que ahora no estamos en eso», se limitó a responder la número dos del Gobierno cuando se le preguntó sobre la posibilidad de hacer un referéndum consultivo sobre los acuerdos de la mesa de diálogo con la Generalitat. El presidente, que el miércoles prometió «nunca jamás» aceptar un referéndum de autodeterminación, no negó que, en algún momento pueda echarse mano del citado artículo 92, pero insistió en su rechazo a toda consulta que obligue a los catalanes a «tener que definirse en uno u otro sentido en cuanto a sus identidades». «Socavaría lo que queremos garantizar, la convivencia», dijo.

HABLAR DE ALGO MÁS

El jefe del Ejecutivo subrayó además que su intención no es sólo hablar con la Generalitat de la agenda independentista sino de cuestiones que tienen que ver con lo socioeconómico. «Hay una agenda muy plural, diversa y rica en cuanto a contenidos con un alto impacto desde el punto de vista social para la ciudadanía», adujo para volver a reclamar al presidente catalán, Pere Aragonès, que sea él quien mueva ahora ficha y escuche a la parte «no menor» de la sociedad que no comparte su proyecto soberanista.

En la Moncloa se resisten a adelantar aún cuál será la propuesta que llevarán a la mesa de diálogo que, según acordaron el martes Sánchez y Aragonès, se reactivará en la tercera semana de septiembre y evitan pillarse los dedos, del mismo modo que Calvo, sobre cómo se pondrá el broche a un eventual pero más que difícil acuerdo. «Tenemos tiempo para pensar», replican sin más.