ERC y Junts elevan su guerra interna en vísperas de la Diada
Puigdemont se salta los acuerdos y llama a movilizarse contra el Estado
El independentismo llamó ayer a sus bases a salir masivamente a la calle el próximo sábado en las movilizaciones de la Diada. Las fuerzas secesionistas pidieron un nuevo esfuerzo a su parroquia para hacer una demostración de fuerza, que pueda trasladarse la semana próxima a la reunión de la mesa de diálogo sobre Cataluña entre el Gobierno central y la Generalitat. No obstante, los dos principales partidos del ámbito nacionalista, ERC y Junts, volvieron a engancharse en sus cuitas internas y dejaron claro que el independentismo llegará dividido a la dos principales citas del arranque del nuevo curso político en Cataluña: la Diada y la mesa con el Gobierno.
Carles Puigdemont trató de calentar el 11-S, elevando el tono combativo contra España, consciente de que la asistencia a la gran manifestación organizada por la ANC no será como la de los años del ‘procés’. Pero se pasó de frenada, pues acabó criticando a sus socios republicanos.
Por un lado, llamó a continuar la lucha en las calles y a reactivar la confrontación con el Estado, en cuanto fracasen las conversaciones con la administración, lo que a su juicio ya hay que darlo por hecho. La confrontación no se puede rehuir, es inevitable, dijo el expresidente, poniendo en cuestión el pacto de gobierno entre ERC y Junts, que de entrada apuesta por dar una oportunidad al diálogo con Madrid. La independencia no tiene caminos «suaves, inocuos o edulcorados», afirmó.
Puigdemont cargó, a través de un comunicado del Consejo para la república, contra ERC, a quien puso al mismo nivel que lo que él llama Estado opresor. «No nos lo pone fácil nadie. Ni los que ya nos apalearon con extrema violencia el día del referéndum; ni quienes, cuatro años después, actúan como si aquella victoria les estorbara», aseguró. «No podemos hacer creer a la ciudadanía que nos reconocerán la nación sin lucharla en las calles», arengó, justo el día en que se cumplían cuatro años de los plenos del Parlament, en los que las fuerzas secesionistas bajo su presidencia aprobaron las leyes de la desconexión, haciendo saltar por los aires el Estatuto y la Constitución; el día en que Puigdemont y Junqueras cruzaron por primera vez el Rubicón, como paso previo a los hechos de octubre de 2017, el referéndum ilegal y la declaración unilateral de independencia.
ERC interpretó las palabras del expresidente como un intento por parte de los junteros de que afloren críticas contra su estrategia y su apuesta por el diálogo con Pedro Sánchez en plena manifestación del sábado. En Esquerra temen una pitada y, de hecho, aún no han confirmado quién encabezará la delegación republicana en la protesta. Tanto Junqueras como Aragonès podrían escuchar silbidos por parte de quienes, como Puigdemont, consideran que el intento de negociar un referéndum es una vía muerta.