Sánchez se escabulle del caso Puigdemont y su liberación
«Los españoles están hasta la coronilla de la bronca y los insultos». Así respondió Pedro Sánchez a la tríada de preguntas con la que Pablo Casado le saludó ayer durante la sesión de control al Gobierno. El líder de la oposición había cuestionado, entre otras cosas, que el Ejecutivo quiera, como asegura, que Carles Puigemont sea puesto a disposición de la justicia española. El presidente del Gobierno ignoró sus recelos amparándose en el Reglamento de la Cámara.
Los cara a cara semanales en el Congreso tienen un formato rígido, de manera que la oposición está obligada a registrar las preguntas que desea plantear al Ejecutivo con días de antelación. A menudo, los grupos optan por formulaciones genéricas que después adornan o amplían a su antojo sobre la marcha, pero el Gobierno puede atenerse a lo que aparece en el orden del día. Y eso hizo Sánchez.
«¿Va a cumplir su palabra para traer a Puigdemont o va a seguir torpedeando a la Justicia con indultos aquí y con la Abogacía del Estado fuera?», espetó Casado cinco días después de que el expresidente catalán fuera puesto en libertad por una juez italiana y de que se supiera que los servicios jurídicos del Estado aseguraron al Tribunal General de Justicia de la UE que las euroórdenes del juez Pablo Llarena estaban suspendidas. «Sí, tengo un proyecto para España y es caminar hacia una recuperación justa», le respondió el jefe del Ejecutivo sin salirse del guión que llevaba escrito.