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El secesionismo reconoce ahora que engañó a los catalanes con el ‘procés’

Junqueras amenaza a Sánchez con volver a «tumbar» los Presupuestos, como hizo en 2019

Efectivos del Ejército de Tierra retiran cenizas de tejados y azoteas en La Palma. UME

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León

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El padre de la criatura —el ‘procés’— es el que le ha dado la estocada definitiva. El expresidente de la Generalitat, Artur Mas, fue quien acuñó el término y quien puso en marcha el desafío soberanista hasta que fue devorado por sus hijos, la CUP. Ahora, nueve años después del inicio del órdago nacionalista, Mas ha reconocido por primera vez y con toda su crudeza que mintieron. Ni la independencia era posible, ni la tenían preparada, ni estaba a tocar con los dedos. Estos años, diferentes voces del movimiento independentista habían insinuado que habían ocultado la verdad pero no hasta el punto de admitir una gran mentira como hizo Mas días atrás en TV3, en horario de máxima audiencia.

«No creo que se haya mentido de una manera obscena o voluntaria. Ahora, si usted me dice que se han exagerado determinadas cosas o que, en algún momento, y me lo aplico a mí mismo, no hubo una dosis de realismo suficiente o de tener los pies en el suelo, no se lo puedo negar», confesó. «Se pintó que la secesión estaba al alcance de la mano. Y algunos sabíamos que eso no era tan así», aseveró.

En 2014, de manera solemne, presentó una hoja de ruta que prometía la secesión en año y medio. El propio Gabriel Rufián aseguró cuando fue elegido diputado por primera vez, que en año y medio dejaría el Congreso porque en ese tiempo Cataluña ya se habría separado de España.

A Mas lo apartó la CUP. Designó a Carles Puigdemont como su sucesor y desde entonces la bola de nieve creció y creció, alimentada por la pugna entre ERC y Junts, que compitieron en radicalidad secesionista para disputarse el poder, hasta que en octubre de 2017 todo saltó por los aires.

Con posterioridad, algunos dirigentes nacionalistas ya habían apuntado lo que Mas ha revelado ahora sin ambages. Los líderes independentistas, por ejemplo, intentaron rebajar el alcance de lo que hicieron en octubre de 2017 durante sus declaraciones en el inicio del juicio en el Supremo, en febrero de 2019, pero podía interpretarse como una estrategia de defensa.

La retórica independentista va a menos pero sigue en los discursos oficiales. Quim Torra prometió en su investidura hacer efectiva la república y restituir en el cargo de presidente a Carles Puigdemont. Ninguna de las dos era posible. Pere Aragonès plantea un independentismo más pragmático. En TV3 puso fecha al referéndum, antes de 2030, y en una entrevista esta semana en ‘La Nación’ de Argentina ha afirmado que la actual mesa de diálogo «culminará finalmente con una Cataluña independiente reconocida por la Unión Europea y por el Estado español». La ANC le puso los pies en el suelo de inmediato. «La mesa —replicó— no nos llevará a la independencia». Pero lo hizo alimentando una promesa que es aún menos realista, ya que le pidió que se prepare para la ruptura y que despliegue la independencia esta legislatura.

Puigdemont, cuyo entorno lleva meses amagando con una posible vuelta a Cataluña, también se ha sumado. No sólo ha rechazado un indulto, como hicieron los que luego se beneficiaron de esta medida, sino que insiste en que «si aguantamos la posición tendremos opciones de reconocimiento internacional del Estado independiente».

El líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, lanzó ayer un serio aviso a Pedro Sánchez. Cuando el Gobierno da casi por hecho que ERC y el PNV volverán a respaldaren las cuentas públicas, Junqueras recordó al líder socialista que ya en el pasado su formación tumbó unos Presupuestos. «Debería aprender que no es la primera -avisó- que nos vemos obligados a tumbar unos Presupuestos que no son buenos para la ciudadanía». Una amenaza en toda regla el día después de que ERC y Junts anunciaran que han pagado de sus bolsillos las fianzas.