Diario de León

OPINIÓN Rafael Torres

El guardia y su novio

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León

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Para el guardia civil de Vilafranca, Mallorca, que desea vivir con su novio en la casa-cuartel el problema es que, una vez formalizada su petición ante el capitán de su compañía, se la desestimen, pero para el conjunto de la sociedad y de la propia Guardia Civil el problema es la pervivencia de las casas-cuartel. Sin embargo, una vez más se desdeña el debate sobre lo transcendente en beneficio de un tema menor pero no exento de morbo y folclore, aunque tampoco de elementos interesantes, cual el de la real equiparación de los derechos de los homosexuales y los heterosexuales. Si los guardias civiles viven con sus parejas en las casas-cuartel no hay razón para que el agente de Vilafranca no viva con la suya, aunque del mismo género, máxime cuando al parecer se trata de una relación estable e inscrita en el registro de parejas de hecho del Gobierno balear. Ahora bien; ¿deben los guardias vivir con sus familias, compuestas por civiles, en un cuartel? ¿Es razonable que a estas alturas se permita la convivencia de los niños con las armas, con la liturgia militar, con la existencia de calabozos y con el trasiego de operativos y detenidos? ¿Conviene a los hijos de los guardias su aislamiento en un gueto? ¿Es favorable a la seguridad personal de esos civiles, mujeres y niños, residir en establecimientos que pueden ser objeto de atentados? Los agentes de la Guardia Civil ganan poco y el ahorro en vivienda que supone su residencia en las casas-cuartel les alivia en buena parte el gasto que por ese concepto sufre el resto de la ciudadanía, pero solución tan precaria no puede edificarse sobre los numerosos perjuicios que ocasiona en tantos otros aspectos de la vida cotidiana. La solución real, la única posible, sería la de elevar los sueldos de los agentes de modo que les permitan vivir donde quieran y, entonces, ninguna ordenanza, ningún capitán, podría decidir sobre la vida privada de ningún agente, incluido el de Vilafranca. El del guardia civil de Mallorca se trata del primer caso que se produce en el Instituto Armado. Los agentes de la Guardia Civil son un espejo de la sociedad española, en la que existe un colectivo de homosexuales. Los agentes lo valoran positivamente como un derecho por el que todos debemos luchar: el de poder habitar dentro de una vivienda oficial.

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