Sobre la huída de Ternera

Lo peor de la huída de Josu Ternera es la sensación de burla que ha sufrido nuestro sistema legal. Una mala operación de marketing, con el trasfondo brutal de que se ha sustraído a la acción de la justicia el presunto inductor del atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, uno de los actos terroristas más crueles en la historia de ETA. La reacción del ministro Minchavilla ha sido patética: parece considerar el titular de Justicia que es una buena noticia la fuga del terrorista porque «Batasuna cuenta con un diputado menos». ¡Increíble! Lo que está sin responder es cómo es posible que la policía y los servicios de inteligencia no hayan sido capaces de mantener bajo discreta vigilancia al terrorista. Para quienes justifican la falta de operatividad de nuestros servicios de seguridad en los derechos del señor Ternera a no ser observado, habrá que replicarles con dureza sobre lo ocurrido en los años de acoso a nuestros cuerpos de seguridad para que el PP obtuviera rentabilidad política en su lucha contra el gobierno socialista. Todavía está pendiente de vista oral el caso de las escuchas del CESID en la sede de Herri Batasuna en Vitoria.Un contrasentido, porque ¿cómo se supone que ha conseguido pruebas el juez Garzón para poner fuera de la ley a Batasuna? Algo está mal en España cuando el ex general Rodríguez Galindo sigue en prisión mientras Josu Ternera, diputado en el Parlamento Vasco y miembro de la Comisión de Derechos Humanos, no ha tenido el menor obstáculo para convertirse en un prófugo de la Justicia. Para los que sostienen que la actitud irresponsable del PP en su labor de oposición al gobierno, utilizando la lucha antiterrorista sin ningún reparo, no ha erosionado nuestro sistema de lucha antiterrorista y la moral de los cuerpos de seguridad, estos sucesos debieran ser motivos de reflexión. En estos nuevos tiempos, Vladimir Putin, se entrevista con los representantes de la UE, ante los que invoca la «circuncisión sin retorno» como vía de tratamiento del islamismo sin la menor contricción por la masacre del teatro Dubronick. En españa nadie parece preocupado con la distinta vara de medir de Aznar y del PP que conviven con los crímenes de Putin y los nuevos criterios antiterroristas, sin inmutarse ante el recuerdo de lo que ellos hicieron con el gobierno socialista. ¡Que magnífico ejercicio de doble moral!