Diario de León

OPINIÓN Pedro Calvo Hernando

Las críticas comienzan a hacer mella

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El monolitismo del PP en el rechazo a cualquier responsabilidad comienza a resquebrajarse, a medida que la situación de Galicia se hace más desesperada y la indignación política va sobrepasando barreras. Manuel Fraga se ha visto obligado a admitir, 22 días después, que ha podido haber errores y descoordinación. Algo es algo, pero es que la atmósfera es en Galicia demasiado tensa como para seguir negándolo. Por otra parte, ya han trascendido los malestares de diputados y cargos del PP contra la falta de reacción y de sensibilidad del Gobierno, cosa que les honra, aunque no puedan dar la cara con sus nombres y apellidos. Ya sabíamos que algunos alcaldes del PP habían asistido a la manifestación de Santiago de Compostela organizada por la plataforma Nunca máis. Lo de menos son las mociones de censura en marcha y las agudas críticas de la oposición dentro y fuera de los Parlamentos. Lo más importante es que el pueblo gallego está siendo capaz de levantar su voz pese al horror de la tragedia. Otro síntoma de que las críticas comienzan a hacer mella en el poder es la decisión de dedicar a alumnos de la Escuela de Marín a tareas de ayuda en la catástrofe. En realidad, tendría que haberse movilizado al Ejército desde los inicios de la crisis. Lo que ocurre es que el empeño fue minimizar la gravedad de la misma, rechazar todas las críticas y revolverse contra la oposición, incluso con improperios y salidas de pata de banco que supongo habrán de lamentar en el futuro. Esas quejas del Gobierno contra la reacción de la oposición son radicalmente injustas, también las últimas, en las que Rajoy califica de desleal y antipatriota a Rodríguez Zapatero. Y no digamos si entramos en odiosas comparaciones con los años 93 a 96, con la infinita ferocidad del PP en su acoso al Gobierno de Felipe González, o incluso después, cuando parecía que el PSOE seguía en el Gobierno y ellos en la oposición. Ya sé que es muy desagradable andar con incursiones al pasado, pero es el Gobierno el primer obligado a evitarlo.

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