Un empresario leonés propone a las autoridades quemar el petróleo

Fue Pérez quien, tras observar las propuestas, comunicó a García que «se las transmitiría al departamento que lleva este tipo de asuntos en Madrid». La primera de ellas consiste en quemar el fuel existente en la superficie del mar, por medio de un catamarán convenientemente equipado para tal efecto. Así, al no poder quemarse el petróleo directamente, indica, «el fuel se confinaría en el interior del catamarán, que estaría conformado como un horno, es decir, constando de una plataforma metálica que uniría los dos cascos flotadores, también metálicos, del catamarán». En él, y por medio de un sistema de quemadores que inicialmente utiliza el propano, «se quemaría el fuel, que a partir de los 400 o 450 grados ardería por autocombustión». Con lo que no sería necesario emplear nuevamente el propano, ya que «mediante una chimenea térmica se regularía la temperatura a la que se dejan escapar los gases, para contaminar lo menos posible y mantener la autocombustión». El empresario leonés asegura que «esta técnica es completamente viable, ya que cuento con informes de expertos que así lo atestiguan». Tanto es así, que García ha ofrecido el proyecto a Astilleros Ferrolanos para que lo desarrollen si lo creen oportuno, ya que «cada catamarán sólo costaría 12.000 euros y la utilización de un barco que lo remolcara al carecer de autopropulsión». Sellado de las grietas Sin embargo, considera que «el problema más inmediato es el de sellar las grietas por las que el barco sigue soltando fuel». Para ello, este empresario propone «emplear planchas de caucho adheridas al casco del Prestige mediante imanes permanentes vulcanizados en ellas». Algo que se haría con un minisubmarino. Una técnica en la que Benigno confía plenamente, pese a lo cual considera que «posteriormente habría que proceder a romper, de forma controlada y uno a uno, los tanques para que el fuel subiera a la superficie, donde los catamaranes estarían preparados para quemarlo». Pero sus planes no concluirían ahí, ya que si se llegasen a construir los catamaranes, una vez realizada su labor, García aboga porque «se donen a distintos puertos de la península para atajar este tipo de contingencias».