Diario de León

El litoral gallego respira tranquilo al acercarse el vertido a Francia

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La llegada del año 2003, que se estrenará de negro en Galicia, cumplió antes de las doce uvas de la suerte uno de los deseos compartidos por miles de gallegos: que no se produjera una nueva crisis de marea negra. Como aliado en la consecución de esta solicitud estuvo el viento, que a pesar del pequeño susto del sábado, cuando roló norte-noroeste, retomó la dirección sudoeste que desde hace semanas empujó la gran mancha de vertido lejos del litoral de Galicia. La alerta se iba desplazando al mismo ritmo que el vertido que, tras toparse a pocas millas de las Rías Bajas, ahora se sitúa a más de 60 millas de la costa de Galicia, por el norte, alejándose cada día más y dejando a salvo los cientos de kilómetros de arenales cubiertos de chapapote tras la embestida de tres mareas negras. Esta gran sombra de hidrocarburo en su viaje se fue fragmentando en más y más manchas, y así de las 40 iniciales que apuntaron los datos oficiales, actualmente se cuentan hasta 117 manchas que se sitúan al norte de Estaca de Bares, concretamente a 63 millas de distancia. La más cercana a Galicia se sitúa precisamente a esa distancia y la más alejada a 84 millas. El viento amigo de los gallegos se convierte en el enemigo de Francia, país hacia el que se dirige la gran mancha, que esperan ya tomando las medidas precisas de precaución y vigilancia para impedir que también las costas galas sean víctimas de la catástrofe que asoló Galicia hace ya cerca de 46 días. Buena situación La situación parece tranquilizarse en la costa gallega, donde ahora los esfuerzos se centran en la regeneración y recuperación de todo lo dañado. Pero el carácter receloso de este pueblo les impide quedarse tranquilos aún sabiendo que la mancha se encuentra lejos de su costa. Galicia no baja la guardia y mantiene en sus puertos preparados todos los barcos necesarios para salir a alta mar en cuanto el tiempo lo permita. Siguen soplando fuertes vientos y las olas son demasiado altas, como consecuencia del temporal, e impiden realizar a estas embarcaciones sus labores de control y de retirada de las pequeñas galletas que se encuentran, a veces, como en el caso de las Rías Bajas, arrastradas desde las rocas donde estaban depositadas desde hace ya muchas semanas.

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