Sánchez mantiene viva la mesa de diálogo con un futuro incierto
Pedro Sánchez y Pere Aragonès saben que la mesa de diálogo tiene un recorrido reducido. No esperan grandes acuerdos pero comparten que mientras siga viva el conflicto político en Cataluña se mantendrá en niveles manejables. Este foro que sienta a ambos lados de la mesa a los representantes del Gobierno y de la Generalitat se ha reunido dos veces, en vísperas de la pandemia, febrero de 2020 en Madrid, y en septiembre pasado en Barcelona. El Govern quiere que la próxima sea en enero, pero la Moncloa da largas. Los dos primeros encuentros se limitaron a las cuestiones protocolarias y metodológicas. El tercero debería entrar en asuntos de fondo para abordar la solución al conflicto. Se supone que desde septiembre se han producido reuniones «discretas» de delegados de ambas partes en las que se deberían haberse producido avances «tangibles». Pero nada ha trascendido. Solo los protagonistas saben en qué punto está el diálogo.
Aragonès quiere una cita de alto nivel inmediata y Sánchez enfrió esas urgencias en su balance de fin de año. «Ahora -avisó- la prioridad es superar la pandemia». En la Moncloa aseguran que en ningún caso se plantean descafeinar una mesa que ha servido para normalizar las relaciones con Esquerra y mejorar, con momentos de crisis, la colaboración en el Congreso. Sin ese foro, admiten los socialistas, el apoyo de los republicanos a los Presupuestos hubiera sido más problemático. Y lo mismo se puede decir para otras iniciativas legislativas del Gobierno que han contado con el respaldo de Esquerra.
La mesa es para Sánchez una herramienta para engrasar las relaciones con los independentistas, al menos con Aragonès y los suyos porque Junts no quiere saber nada. Pero que nadie espere grandes acuerdos ni a corto ni medio plazo. Sánchez enfrió la mesa de diálogo en su balance anual, pero el presidente de la Generalitat no se ha dado por vencido y ha invitado al presidente del Gobierno a arriesgar y a poner ya sobre la mesa su propuesta para la «resolución del conflicto político» sin dilatar el proceso de negociación. Los republicanos admiten que la pandemia manda y que afecta a todos los órdenes de la gestión pública. Pero mantienen la fecha del siguiente encuentro para «principios de año», según Aragonès.