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El rey honra ante el Ejército «la memoria y la dignididad» de las víctimas de ETA

En víspera de las marchas por los presos, alaba que la «fortaleza y altura moral» de las familias «nos sirven de guía»

Marlaska, Robles y Sánchez atienden al discurso del rey. MARISCAL

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León

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El rey aprovechó ayer su discurso de la Pascua Militar, el solemne acto de apertura del curso castrense en el Palacio Real, para hacer una mención especial, «con gran emoción», a la «memoria y la dignidad» de las víctimas de ETA al cumplirse diez años del cese de la «brutal violencia» de la banda terrorista. Ante la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de los ministros de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de Defensa, Margarita Robles, y de la cúpula militar, don Felipe sorprendió con esta reflexión en un momento de su alocución, que versó sobre los hitos militares del pasado año y los retos y desafíos del presente. El mando supremo de las Fuerzas Armadas, vestido en esta ocasión con el uniforme de capitán general del Ejército de Tierra, envió un mensaje personal de «ánimo y admiración» a los familiares de los asesinados por ETA y destacó que su «fortaleza y altura moral nos sirve de guía a todos los españoles».

Las palabras llegaron en un momento político en el que los presos de la banda terrorista han asumido protagonismo con el goteo de acercamientos a las cárceles vascas, autorizados por Interior para desazón de algunas asociaciones de víctimas de ETA. También por el comunicado de los reclusos etarras rechazando los recibimientos públicos de los excarcelados. Un gesto inédito para acercar puentes que fue anunciado a finales de noviembre por el Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos (EPPK por sus siglas en euskera), que engloba a la mayoría de los reclusos etarras en España y Francia. La razón de este paso, esgrimieron, es que «hay personas damnificadas a consecuencia de las acciones de nuestra militancia del pasado y comprendemos que puedan sentirse dolidas» con los ongi etorri públicos.

Un mes antes, y en el marco de esta mención realizada por el jefe del Estado sobre la «altura moral» de las víctimas del terrorismo, unas palabras del coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, provocó un tremendo malestar entre los colectivos de afectados. Otegi aseguró a un grupo de militantes en la localidad guipuzcoana de Eibar que estaban dispuestos a apoyar los Presupuestos Generales del Gobierno para que los presos que siguen recluidos sean puestos en libertad. «Tenemos a 200 dentro. Y esos 200 tienen que salir de la cárcel. Si para eso hay que votar los Presupuestos, pues los votaremos. Así de alto y claro os lo decimos», les dijo el líder de Bildu, tal y como desveló El Correo.

Con estos antecedentes se llegó ayer al discurso de la Pascua Militar, con las víctimas como protagonistas. Una alocución cada 6 de enero que desde que Felipe VI es monarca se ha ceñido de forma escrupulosa a cuestiones militares, de defensa y seguridad nacional. Y que solo dobles lecturas en acontecimientos relevantes, como el proceso secesionista en Cataluña, permitían ir un poco más allá de la neutralidad política que suele exhibir el rey en sus intervenciones oficiales.

Además de esta referencia al terrorismo, el discurso de la Pascua Militar, que este año cumplió su 240 aniversario, tuvo dos menciones importantes. Un asunto del pasado año, la operación de evacuación humanitaria de Afganistán, y otro de junio próximo, la celebración de la cumbre de la Otan en Madrid.

El monarca destacó la labor de los militares en la misión de traslado de cooperantes y sus familiares desde el aeropuerto de Kabul hasta Madrid tras la retirada de las tropas internacionales. Una operación, dijo, cuyos «resultados finales» se deben analizar para «extraer las necesarias lecciones y enseñanzas». Una manera suave de admitir el fracaso compartido por la comunidad internacional tras 20 años de intervención «contra el terrorismo y la insurgencia».

Según recordó don Felipe, el objetivo de esta operación era la «pacificación y reconstrucción del país» y en ella los militares españoles ejercieron su tarea «en condiciones muy difíciles».