Biden presionó a Pedro Sánchez para que cerrara ya la crisis con Marruecos
EE UU y España creen que la compra de gas frenará la represalía del gobierno argelino
La invasión rusa de Ucrania ha provocado un vuelco geopolítico y geoestratégico mundial que obliga a posicionarse, sin ambages, de un lado o de otro. Entre Argelia, aliado de Rusia, y Marruecos, la elección era indiscutible. Pero no sólo por la necesidad de plantar cara a Putin en todos los terrenos, incluido África, sino por el enorme valor de las relaciones con Marruecos en todos los sectores económicos, comerciales, sociales y culturales, incluida la seguridad y la lucha antiterrorista. Y con otra necesidad vital para España de garantizar el estatus no solo español, sino europeo, de Ceuta, Melilla, Canarias y sus aguas territoriales, además de controlar los flujos migratorios.
Al Gobierno de Pedro Sánchez le llegó la indicación, por parte de la vicesecretaria de Estado de EE UU, Wendy Sherman, durante su visita a Madrid del 7 de marzo de la oportunidad de cerrar la crisis política con Marruecos, tomando partido por la iniciativa de autonomía bajo soberanía marroquí para el Sáhara Occidental.
Una decisión que supone un claro mensaje a Argelia, cuya reacción va a ser agria con llamada a consultas a su embajador en Madrid, mientras algunos medios digitales califican de segunda traición histórica al pueblo saharaui, tras los acuerdos de 1975 que dejaron fuera al Frente Polisario en la administración del Sáhara.
La decisión más crítica que puede adoptar Argel es el corte de suministro de gas a España, pero las gestiones previas realizadas con el Gobierno argelino permiten pensar que el ingreso por el pago del gas, que se va a incrementar, es más necesario para el gobierno argelino que una supuesta reacción de orgullo y represalia. El Gobierno español tomó buena nota cuando, de manera unilateral, el 1 de noviembre, Argel cerró el gasoducto Magreb-Europa porque pasaba por Marruecos como represalia a sus contenciosos. De nada sirvieron las peticiones españolas de conservar los 6.000 millones de metros cúbicos de gas de esta fuente.
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha afirmado que Argelia es un socio fiable mientras calificaba a Marruecos como un socio estratégico. Fuentes oficiales aseguran que se ha valorado adecuadamente, y se considera poco probable, la opción del cierre del gasoducto Medgaz directo de Argelia a Almería para sustituir por otras fuentes el volumen de gas que suministra.
La opción sería EE UU y otros mercados con gas natural licuado a un precio ajustado y que sería regasificado en las siete estaciones que tiene España. Este aspecto también fue abordado con Wendy Sherman en Madrid antes de su visita, al día siguiente, a Rabat, donde pudo superar las últimas reticencias marroquíes a ofrecer a España garantías sobre Ceuta, Melilla, las aguas territoriales en Canarias y el control de los flujos migratorios.
Unas garantías que han sido uno de los puntos esenciales de la negociación en estos meses para superar la crisis política entre los dos países que incluía la recuperación de la confianza mutua con el apoyo español a la autonomía del Sáhara bajo soberanía marroquí, como viene pidiendo Rabat.
La solución de esta crisis entre los dos vecinos del sur supone, entre otras cuestiones, un reforzamiento de Marruecos en sus relaciones con la Unión Europea, donde Alemania también apoya la propuesta marroquí para el Sáhara, y donde el pronunciamiento de Francia e Italia es cuestión de tiempo. Paso que está a punto de dar Reino Unido que ha incrementado su cooperación económico-comercial con Marruecos, con la vista en el gran potencial de negocios e inversiones en las llamadas Provincias del sur de Marruecos.
En el Gobierno de Pedro Sánchez, en la decisión de abandonar la histórica neutralidad sobre el futuro de su antigua colonia y apostar por la autonomía que ofrece Marruecos, ha pesado la necesidad de poner fin a las condiciones de vida tan precarias que sufren los más de 140.000 saharauis de los campamentos de Tinduf, cuya supervivencia depende de la ayuda internacional, cada día más escasa por las dudas surgidas ante las numerosas denuncias por represión, abusos y falta de libertad contra el Frente Polisario presentadas durante los últimos años. Además, los jóvenes saharauis son captados cada cierto tiempo por grupos terroristas de la región del Sahel por poco dinero para engrosar sus filas.
Los esfuerzos de países europeos como España y Francia en países como Mali se han visto entorpecidos por la injerencia rusa en la zona tras la llegada de mercenarios del grupo ruso Wagner, tras el acuerdo ofrecido por Moscú al nuevo dirigente maliense.
Las condiciones han cambiado de tal manera que Francia decidió la retirada de sus tropas y España estudia junto con la Unión Europea cómo afrontar una delicada situación que afecta directamente a la seguridad y estabilidad de todo el norte de África y, por tanto, de Europa.
La solución al conflicto debe llegar en el seno de las Naciones Unidas con un acuerdo entre las partes que ya han mantenido dos rondas negociadoras en Ginebra, con ambiente algo positivo que se truncó cuando el pasado mes de noviembre el Frente Polisario y Argelia anunciaron que abandonaban ese foro de negociación como protesta por la nueva resolución de Naciones Unidas que se aprobó el 9 de diciembre de 2021 con la petición a las partes de negociar una solución política.
Una resolución que respondía mejor a los intereses de Marruecos y así fue celebrada por Rabat. Un acuerdo entre Marruecos y Argelia, para recuperar sus relaciones de manera global, sería lo mejor para los dos pueblos muy castigados por el coronavirus.