Diario de León

Sánchez ve desplomarse el pilar histórico del PSOE

-Los socialistas pierden tres escaños y 130.000 votos respecto a su peor resultado en Andalucía pero rechazan una lectura nacional

El candidato del PSOE, Juan Espadas, comparece ante los medios. JULIO MUÑOZ

El candidato del PSOE, Juan Espadas, comparece ante los medios. JULIO MUÑOZ

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Paula de las Heras
León

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La derrota se daba por descontada. Que sería de semajante calibre, solo formaba parte de las peores pesadillas del PSOE. Los socialistas perforaron hoy su suelo histórico, alcanzado por Susana Díaz en 2018 y se desplomaron hasta los 30 escaños y 881.478 votos después de cuatro décadas consecutivas como primera fuerza en Andalucía. El golpe psicológico para toda la formación es formidable. La federación andaluza ha sido siempre el principal granero de votos de los socialistas, el pilar sobre el que ha cimentado sus victorias en las generales y ahora ha cambiado de manos. En el entorno de Pedro Sánchez llevaban ya varios días tratando de quitar hierro a lo que pudiera ocurrir este domingo y desdeñando cualquier la lectura nacional que apuntara a un cambio de ciclo, después de que el mapa se tiñera de rojo en las autonómicas de 2019 y el PSOE se situara como primera fuerza en las dos generales de ese mismo año. Su argumento era que la cita estaba demasiado alejada de los comicios de 2023 y que, de momento, el Ejecutivo se centraría en sus retos inmediatos, el plan anticrisis y la cumbre de la OTAN. Pero el golpe es indudable y demasiado severo como para soslayarlo sin más.

Los socialistas ni siquiera lograron retener su gran bastión, el fortín que aspiraban a preservar a toda costa: Sevilla. La frase que como un exorcismo repetían en la dirección del partido -"la derecha está muy movilizada y nosotros iremos de menos a más, como en Castilla y León"- resultó solo un ejercicio de automotivación sin base alguna. Ni una sola encuesta vaticinaba una debacle tan rotunda el pasado lunes, cuando, atendiendo la prohibición de la ley electoral de publicar sondeos en la última semana de campaña se dieron a conocer los últimos datos. Y los análisis que apuntaban a un trasvase de voto favorable al PP se han demostrado, a la espera de la confirmación de los habituales estudios postelectorales, ciertos.

A la dirección del PSOE no le queda ni el 'consuelo' de que Juanma Moreno tenga que depender de Vox, algo que sí le ocurrió en Castilla y León a Alfonso Fernández Mañueco y que los socialistas se apresuraron a utilizar para erosionar el perfil moderado del presidente del PP nacional, Alberto Núñez Feijóo. El voto útil del miedo a la ultraderecha, que nunca han dejado de agitar lo socialistas, ha terminado favoreciendo aparentemente a su rival. Continuidad de Espadas Con estos resultados está por ver que no se cuestione el liderazgo de Juan Espadas, como pretende Sánchez y anoche mismo dejó claro la vicesecretaria general del partido, Adriana Lastra, en una comparecencia desde Ferraz. "El nuevo PSOE de Andalucía no ha tenido tiempo para consolidar una altenativa al Gobierno de Moreno Bonilla -esgrimió-; ahora podrá poner en marcha un proyecto fuerte para recuperar la hegemonía".

El jefe del Ejecutivo quiere aguantar con el exalcalde de Sevilla como secretario general del PSOE-A para evitar otra batalla orgánica que le desgaste a las puertas de un año electoral. Espadas fue su apuesta para desbancar del poder a Susana Díaz en las primarias precipitadas hace un año. Ya entonces, en Ferraz admitían que, por su perfil y por su escaso grado de conocimiento, se trataba de un movimiento a largo plazo, a seis años. No se le exigía una victoria, pero sí, mejorar o cuanto menos igualar los resultados de su predecesora, 1.010.889 votos, un 27,94% del total y 33 escaños. En el PSOE, sin embargo, hay quien se aferra al único análisis favorable a los intereses del presidente del Gobierno.: "Esto prueba que los presidentes autonómicos, los gobiernos, salen fortalecidos de la pandemia y la guerra de Ucrania". Ese fue también el argumento de Lastra que, además, aprovechó para recordar que su partido sigue primero en intención de voto en todos los sondeos de ámbito nacional. El pasado año, tras otra derrota histórica en las autonómicas de Madrid, Sánchez asumió, en todo caso, que el varapalo también era para él. Cuatro meses después acometió una profunda remodelación de su Ejecutivo para tomar impulso, confiando además en que,

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