España afronta los riesgos de las restricciones de gas y la inflación
El Gobierno está dispuesto a aplicar la moderación salarial también a los empleados públicos
Las restricciones de gas y la persistencia de una inflación elevada son los principales riesgos a los que se enfrenta la economía española el próximo otoño, periodo para el que todas las previsiones auguran una fuerte desaceleración tras un buen verano protagonizado por la recuperación del turismo.
Aunque la economía se estanque o incluso llegue a contraerse en el último trimestre del año, las previsiones de organismos internacionales y analistas privados coinciden en que el crecimiento será todavía significativo en 2022, en torno al 4 %, aunque menor del que se pronosticaba a principios de año.
Peor se presenta 2023, año en el que el ritmo de crecimiento se podría frenar a la mitad, sin que las previsiones apunten a una nueva recesión, aunque nadie se atreve a descartarlo por completo dada la elevada incertidumbre generada por la guerra en Ucrania.
El eventual corte del suministro del gas ruso a Europa y el mantenimiento de una inflación elevada pese a la subida de los tipos de interés son los dos principales factores que precipitarían una contracción económica en el área del euro que podría arrastrar también a España, que tiene en la región a sus principales socios comerciales.
El Gobierno mantiene que el crecimiento llegará al 4,3 % este año, mientras que la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculan que se quedará en el 4 %, y entre medias se sitúan la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) con un 4,2 % y el Banco de España y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con un 4,1 %.
Las previsiones de verano no han corregido tanto el crecimiento para 2022 como la inflación, que algunos organismos sitúan ya en el entorno del 8 % de media, en un contexto en el que sigue habiendo cuellos de botella en los suministros y presión sobre los precios de la energía y los alimentos por la invasión de Ucrania.
El estallido de la guerra en febrero lastró en un primer momento la confianza consumidora, si bien el consumo privado está creciendo a pesar del alza de los precios, según refleja la evolución del gasto con tarjeta, lo que los analistas achacan a que se está utilizando parte del ahorro acumulado durante el confinamiento decretado en plena crisis del covid-19.
La inversión empresarial también crece a buen ritmo, una evolución que se explica en buena medida por el despliegue del plan de recuperación y la ejecución de los fondos europeos.
EL BCE ENFRIA LA ECONOMÍA
El Banco Central Europeo (BCE) ha iniciado una senda de subida de los tipos de interés con un incremento de medio punto porcentual, hasta el 0,50 %, la primera subida en once años y la más intensa desde el año 2000, para controlar la inflación frenando la demanda y enfriando la economía.
Para evitar contribuir a la espiral inflacionista con efectos de segunda ronda, el Ejecutivo ha demandado a los agentes sociales un pacto de rentas a tres años en el ámbito privado para moderar los márgenes empresariales y las subidas salariales, cuya negociación tendrá que retomarse en septiembre.
El Gobierno está dispuesto a aplicar la moderación salarial también a los empleados públicos, no así a los pensionistas, que verán revalorizadas sus pensiones en 2023 conforme a la inflación media de este ejercicio, tal y como obliga la reforma legal que entró en vigor el pasado enero.
El incremento de la carga financiera asociada a unos mayores tipos de interés afectará negativamente al gasto de los hogares y las empresas, y es uno de los factores que ha llevado a la revisión a la baja generalizada del crecimiento en 2023, que se podría desacelerar a la mitad, de acuerdo con algunas previsiones.
Entre ellas las de Bruselas, la OCDE, el FMI y la AIReF, que sitúan el crecimiento para el año que viene entre el 2 % y el 2,2 %, en tanto que el Gobierno lo ha rebajado al 2,7 %, en línea con el 2,8 % del Banco de España.
Para el próximo año las previsiones señalan asimismo una moderación notable de la tasa de inflación, hasta el entorno del 3 % de media, como consecuencia de una política monetaria más dura y sin que se atisbe por ahora el peligro de estanflación, que supone un escenario de estancamiento económico junto con altas tasas de inflación y un gradual aumento del desempleo en el país.