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El ‘procés’ ha muerto: la ruptura entre ERC y Junts abre una nueva etapa en Cataluña

Aragonès perfila su nuevo ejecutivo monocolor y de entrada descarta pactar con el PSC de Salvador Illa

Imagen de Pere Aragonés, ayer, a su llegada a la sede del gobierno catalán. ALBERTO ESTÉVEZ

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León

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El ‘procés’ murió tras la declaración unilateral de independencia, cuando Carles Puigdemont y otros consejeros de su gobierno huyeron a Bruselas y el resto del Govern se puso a disposición de la justicia. Pero faltaba que los propios autores del desafío independentista firmaran el certificado de defunción. Lo hizo este sábado Jordi Sànchez, ex secretario general de Junts: «El ‘procés’, definitivamente, se ha cerrado», sentenció.

El presidente de la Generalitat habló de que se abre una nueva etapa. Tras la salida de Junts del Govern, se rompe por primera vez la alianza independentista y saltan por los aires los bloques del ‘procés’, la división de la política catalana en dos bandos: independentistas y constitucionalistas. ERC y Junts (antes CDC o PDeCAT) llevaban diez años gobernando juntos. Primero bajo presidencia convergente (Mas, Puigdemont y Torra) y al final con el liderazgo republicano (Aragonès). Es una década en que han vivido de todo: cuatro elecciones autonómicas, dos referéndums (9-N y 1-O), una declaración de independencia, un 155, la huida de medio gobierno, el encarcelamiento de la otra mitad y hasta una pandemia. Parecía que nunca llegaría el divorcio. Aragonès fue investido hace año y medio por ERC, Junts y la CUP. Se ha quedado solo. La unidad independentista (entre partidos y también con la sociedad civil), que fue el motor del ‘procés’, se ha evaporado.

Aragonés empezó este sábado a perfilar el nuevo ciclo. Reunió a su círculo más cercano en el Palau de la Generalitat para acabar de configurar su nuevo gobierno, tras la salida de los consejeros de Junts. Su idea es que el martes pueda celebrarse la reunión del consejo ejecutivo con el nuevo gobierno. En su entorno señalaron que el nuevo ejecutivo está muy avanzado. Los comunes se ofrecieron para entrar en el gabinete, pero en principio será monocolor, con independientes. Un Govern muy en minoría que parte de 33 diputados (los de ERC) y que tendrá que pelear cada votación para llegar hasta los 68 de la absoluta. Tras el harakiri de Junts, que se aparta del tablero de juego, ERC y PSC se erigen en las únicas fuerzas centrales de la política catalana. Socios en Madrid, en Barcelona son adversarios.

Los republicanos reunieron a su ejecutiva para analizar el portazo de Junts. Compareció el presidente del partido, Oriol Junqueras. Dos ideas: ERC planea reforzar su alianza con los comunes pero descarta por completo al PSC. Mensaje contundente del exvicepresidente de la Generalitat, que no quiso que la parroquia de su partido se viniera abajo 24 horas después de que saltara por los aires el Govern del 52% de apoyo independentista. Junqueras no descartó la prórroga de presupuestos, mientras Salvador Illa, del PSC, tendió la mano para aprobar las cuentas y «apuntalar» de esta forma la estabilidad que reclama Pedro Sánchez. ERC querría sortear lo que queda de legislatura de la mano de En Comú Podem, llamando a la puerta de vez en cuando a Junts y la CUP para sacar adelante votaciones parlamentarias. Pero Junts y la CUP anuncian una oposición muy dura contra ERC. La batalla en el campo independentista se presenta feroz. Este mismo sábado, Junts presionó a Aragonès para que convoque elecciones o se someta a una moción de confianza. Su objetivo siempre ha sido hacer descarrilar al Ejecutivo de Aragonès. Se han impuesto las tesis más radicales, alejadas de la estabilidad, las que propugnan Carles Puigdemont y Laura Borràs, y Junts a partir de ahora será una especie de CUP de derechas, que tratará de aglutinar a los nostálgicos del ‘procés’, los que aún creen que la independencia se puede consumar a las bravas. Y a ERC, ni agua.

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