El secesionismo convoca una protesta contra la cumbre entre España y Francia
El Gobierno central insiste en que el ‘procés’ ha terminado y que el clima político en Cataluña no tiene nada que ver con el que se vivió en 2017, tras el referéndum y la declaración unilateral de secesión. Sin embargo, la elección de Barcelona como sede de la próxima cumbre bilateral entre España y Francia, con la presencia en la capital catalana de Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, ha cohesionado al independentismo civil, que ha aparcado sus rencillas para protestar contra la celebración de la reunión en la ciudad, que considera una provocación, y con la que tratará de visualizar que sigue teniendo músculo en la calle.
Tras las llamadas de los últimos días de Carles Puigdemont, el Consejo de la República, presidido por Puigdemont, la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, anunciaron ayer la convocatoria de una movilización contra la cumbre que el próximo 19 de enero reunirá en Barcelona a los presidentes español y francés y a una parte de sus ministros. Puigdemont es el principal interesado en que la tensión política de 2017 se reactive, para medir su capacidad de movilización y para calentar la calle de cara a las próximas decisiones judiciales de los tribunales europeos, que tendrán al expresidente en el foco, incluso con amenaza de regreso a España.
Carles Puigdemont fue el primero que puso sobre la mesa la necesidad de salir a la calle para protestar contra la cumbre y escenificar así que el conflicto catalán sigue vigente. Después de la división que mostró el independentismo en el 11-S (Òmnium no secundó el lema de la manifestación de la ANC), en el quinto aniversario del 1-O o en la protesta del 6-D contra la reforma del Código Penal, que se convirtieron en clamores contra ERC, el Govern y su apuesta por pactar con Sánchez, el nacionalismo civil vuelve a unir fuerzas
El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, en cambio, insistió en que la Cataluña y la España de 2023 no se parecen en nada a las de 2017. «El proceso soberanista ha terminado», afirmó, diagnóstico que atribuyó no únicamente al PSOE y al Gobierno sino a los propios líderes independentistas. Según Bolaños, la «tensión entre Cataluña y el resto de España ya es historia».