Diario de León

La división en el Gobierno por el ‘sí es sí’ y la agenda feminista envenenan el 8-M

El PSOE hace bandera de su legado en la lucha por la igualdad y de la ley de paridad ante la presión de Podemos

Acto de la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno de España, Isabel Rodríguez, ayer en Aguilar de Campoo. BRÁGIMO

Acto de la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno de España, Isabel Rodríguez, ayer en Aguilar de Campoo. BRÁGIMO

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El Gobierno de Pedro Sánchez y, con él, el feminismo que se identifica de una forma u otra con sus postulados afrontan un 8 de marzo crítico, según constatan voces como la de la ex número dos del PSOE Elena Valenciano, por las hondas diferencias en torno a la agenda violeta del Ejecutivo y, yendo más allá, por la orientación y las prioridades que ha de tener la lucha por la equiparación entre sexos en este trance histórico.

El movimiento que agrupa a las mujeres en la causa común por sus derechos nunca ha sido monolítico ni ha permanecido ajeno a los debates ideológicos y los dilemas de cada coyuntura. Pero la quiebra entre el feminismo que sigue incidiendo en los retos pendientes hacia la igualdad efectiva y aquel que se adentra en el campo de lo identitario y de las llamadas ‘teorías queer’, reflejada en la tormentosa negociación entre el PSOE y Unidas Podemos de la ley trans, ha reventado con la reforma del ‘solo sí es sí’ y alcanzado al último as en la manga jugado por Sánchez: la imposición de la representación paritaria que anunció este sábado.

Los socialistas, sacudidos internamente como nunca por el contenido de la legislación que ensancha los derechos LGTBI y consagra el cambio registral de género, cedieron en esta norma al quedarse solos frente a Unidas Podemos y el resto del bloque de la investidura. El presidente también se avino a seguir respaldando la literalidad de la ley del ‘solo sí es sí’ para salvaguardar la cohesión con el Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero. Pero las más de 700 rebajas de pena y 70 excarcelaciones a condenados por delitos sexuales que se han beneficiado de la laguna en la norma han conmovido de tal forma a la opinión pública que el PSOE de Sánchez se dispone a sacar adelante en el Congreso mañana martes —la víspera del 8-M más envenenado— la toma en consideración de su reforma unilateral apoyándose en sus aliados del PNV y valiéndose de los escaños del PP y de Vox. De un PP que volvió a exigir el cese de Montero tras ironizar con que medio Gobierno va a votar contra el otro medio y de una ultraderecha que, por boca de Santiago Abascal, tildó de «asquerosa» la norma de garantía de la libertad sexual aprobada por «unas locas», en alusión al equipo de mujeres al frente del Ministerio de Igualdad.

El PSOE y Unidas Podemos van a un choque de impredecibles consecuencias aunque ambos traten de dar por salvaguardada la coalición, aferrados a unas convicciones hoy opuestas que permean, a su vez, al movimiento feminista. Los socialistas llevan semanas persuadidos de que la mayor amenaza para ellos, en puertas del largo ciclo electoral, es dejar el ‘solo sí es sí’ como está aun a riesgo de tener que aprobar la reforma con la derecha a la que denuestan. Una reforma que, insisten, no toca el consentimiento que sus socios de Gobierno sí creen vulnerado si se retorna a lo que califican como «el Código Penal de La Manada».

Con todo, la nueva ley de paridad que el Ejecutivo aprobará también mañana —contestada por Podemos por no ser «prioritaria» y pura propaganda, según el PP— da a entender que el presidente es consciente de lo que se juega y de la necesidad de colocarse a la cabeza de la manifestación este 8-M en disputa. Ayer, la ministra María Jesús Montero, número dos del PSOE, evitó entrar al cuerpo a cuerpo con Podemos, pero sí defendió la reforma del ‘solo sí es sí’ para evitar «un dolor innecesario» a las víctimas y martilleó donde lo viene haciendo el partido: que el avance en los derechos de las mujeres en España no se entiende sin el PSOE, que ahora va a imponer «por narices» las cuotas paritarias a quienes las desprecian.

Las convicciones en Podemos transitan por otra vía. Pese a que algunas encuestas sugieren que esta crisis les está desgastando a ellos, los morados creen que ya han concedido bastante al acceder a un cambio en el ‘sí es sí’ que no ven preciso; y también que, a diferencia del PSOE, su electorado sí asume que carguen la polémica sobre «los reaccionarios» del sistema. A partir de ahí, la estrategia de Podemos es diáfana: cuestionar la autenticidad del feminismo de sus socios — «están dando gato por liebre», reprobó la ministra y líder del partido, Ione Belarra— y advertir de lo que significará cobijarse en los votos del PP y Vox. La imagen horas antes del 8-M será «horrible», pronosticó Pablo Echenique, si sus socios «aplauden con los del latido fetal», en alusión al antiabortismo de la ultraderecha. Pablo Iglesias se reservó la puntilla. Sánchez va a reformar el ‘sí es sí’ con el bloque de oposición en el Congreso tras haber expulsado a un diputado, el Tito Berni de la trama Mediador, «por corrupto y por putero».

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