Podemos frustra el intento del PSOE de usar la ley de vivienda para pasar página
Belarra afirma que el acuerdo «no está hoy más cerca que ayer» después de que los socialistas lo dieran casi por hecho
Pedro Sánchez durante su reunión con representantes de la asociación de mujeres rurales Fademur, ayer en Azután (Toledo). FERNANDO CALVO
La estrategia del PSOE es evidente. Su propósito, compartido también por la vicepresidenta Yolanda Díaz, es pasar página cuanto antes e intentar difuminar la inmensa grieta que ha abierto en el Gobierno de coalición la reforma de la ley del ‘solo sí es sí’ centrándose en la agenda legislativa pendiente. Sobre todo, y de manera más inmediata, en la ley de vivienda.
La aprobación definitiva de esta norma podría calificarse casi de hito por las continuas idas y venidas que ha tenido su tramitación y por lo complicado que, en tres años de negociaciones, está siendo encontrar un equilibrio asumible para las dos partes. Pero sus socios no se lo pondrán tan fácil. Apenas unos minutos después de que la número dos de los socialistas y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asegurara este jueves que «prácticamente» hay ya un acuerdo, la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, echó un jarro de agua fría sobre sus esperanzas. «La ley de vivienda es muy urgente para nuestro país, pero sobre todo es urgente que sea una buena ley que incluya una regulación de alquileres efectiva y contribuya a ampliar el parque público de vivienda. Por desgracia hoy no estamos más cerca que ayer de un acuerdo», escribió la también ministra de Derechos Sociales en Twitter.
El Ministerio de Economía pretendía desencallar las negociaciones con una propuesta para elevar el tope hasta el que puede subirse el precio del alquiler del 2% actualmente fijado en el decreto de medidas especiales por la crisis energética hasta el 3% para el año 2024 y, posteriormente, definir un nuevo índice, según confirman fuentes del grupo confederal.
En Podemos explican que estarían dispuestos a elevar el tope de los alquileres siempre que las limitaciones se convirtieran en permanentes, nunca temporales, o que dependan de índices fijados ‘a posteriori’ de la aprobación de la ley. Otro escollo, alegan, son las medidas para acotar la renta de las nuevas viviendas que entran en el mercado del alquiler. Aun así, también dan supuesto que habrá entendimiento. De hecho, así como ya descartan que otra de esas normas que llevan meses estancadas en la Cámara baja, la reforma de la ‘ley mordaza’, llegue a buen puerto —más por la oposición de Bildu y ERC que por la suya—, en este caso se muestran optimistas.
En la práctica, el propósito del PSOE de demostrar que, en contra de la etiqueta que pretende colocarle el PP, el suyo no es un Gobierno disfuncional y que aún está en condiciones de seguir aprobando iniciativas que, como defendió desde Extremadura el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, «mejoren la vida de la gente» sería viable. El problema, admiten en el ala socialista, es que Podemos no ve ningún valor a dejar de seguir alimentando un ruido que «dificulta —argumentó la vicepresidenta primera, Nadia Calviño en los pasillos del Congreso— que la ciudadanía sepa lo que se está haciendo».
«Ellos van a intentar subrayar siempre las diferencias, van a seguir en la confrontación porque es su concepción de la política; vienen del activismo», dicen con resignación fuentes cercanas a Pedro Sánchez. En Ferraz creen que lo que guía a sus socios es el temor a que su acción política quede diluida en la del Ejecutivo y sean los socialistas quienes la capitalicen electoralmente, como suele ocurrir siempre en los Gobiernos de coalición con el partido minoritario. «Pero se equivocan -arguyen- porque la confrontación no nos favorece a nosotros pero tampoco a ellos». Con las encuestas en la mano, sin embargo, Podemos tiene razones para creer que su actitud no le está pasando factura sino que le está ayudando a mantenerse.