Abascal naufraga en su intento de rentabilizar la moción con Tamames
«Una mala broma, una comedia, un esperpento...». La moción de censura comenzó con Santiago Abascal recopilando todas las descalificaciones que los distintos grupos parlamentarios habían arrojado sobre la iniciativa presentada por Vox y encabezada por el economista Ramón Tamames como candidato independiente. Después de sugerir que el verdadero «esperpento» es la actual legislatura «gloriosa» y un Gobierno «de odio», telegrafió a lo largo de los 44 minutos de su intervención los objetivos estratégicos de su partido en la cita: desgastar al Ejecutivo de Pedro Sánchez, por un lado, y, sobre todo, alzarse como la «verdadera» oposición parlamentaria. Material pesado para presionar al PP con los posibles acuerdos postelectorales del 28-M condicionándolos, al mismo tiempo, a su apoyo a la iniciativa.
El líder de Vox presentó a su candidato, de 89 años y exdirigente del PCE, como «un hombre de reconocido prestigio», el símbolo de una generación a la que, señaló Abascal, «debemos respeto y gratitud». A Sánchez y a su Gobierno, en cambio, les colgó la etiqueta de «caducados» con un legado de «ruina, división, negligencia y odio». Frente a ello, reivindicó la «seriedad» de la moción y la comparó con algunos hechos de esta legislatura, como el reciente ‘caso Mediador’ presuntamente encabezado por un exdiputado socialista, las sentencias del Tribunal Constitucional contra los estados de alarma decretados durante la pandemia o la supresión de los delitos de sedición y malversación.
Por criticar, criticó hasta la vestimenta de algunos diputados, a los que preguntó si no creen que sería «conveniente» vestirse «correctamente» y «no faltar al decoro de la institución» parlamentaria.
A por Feijóo
Pero la pieza de caza mayor para Abascal era ayer Alberto Núñez Feijóo. El presidente del PP estaba ausente en el Congreso ya que acudió a una reunión en la Embajada de Suecia con representantes diplomáticos de países de la Unión Europea. «Lamento no poder dirigirme hoy al autoproclamado lider de la oposición. Para liderar la oposición sería bueno estar hoy aquí», ironizó.
Abascal supeditó los posibles pactos de gobierno que puedan resultar de las autonómicas y locales de mayo a que los populares pasaran de la anunciada abstención en la censura al sí. «Voten la moción hoy y entendámonos mañana», zanjó.
Con este objetivo, pidió al PP que abandone «cálculos, miedos y medias verdades» y recupere «la sensatez y la seriedad, criticando sus «ofertas» de pactos al PSOE. «España necesita un partido socialdemócrata serio y decente porque no tiene. Si quieren eses espacio, díganselo a sus votantes», exigió a Feijóo, bromeando con la supuesta reorientación ideológica de los populares.
La visita de Montesquieu
Tamames, sentado a su izquierda en la bancada de Vox debido a que así lo solicitó a la Presidencia del Congreso, no aplaudió la intervención mientras sí lo hacían el resto de diputados de Vox. El economista fue fiel al discurso filtrado el pasado miércoles. Acusó al Gobierno de «no respetar la división de poderes» —«Montesquieu sería una mala visita», dijo a Sánchez— y justificó su papel en la moción como una «obligación con la patria común indivisible». También rechazó «el sofisma» de que la Constitución de 1978 «no hay que cumplirla porque la mayoría no la voto». Y definió la cita como «uno de mis últimos servicios a este hermoso país».
En su réplica a Pedro Sánchez, ya sin leer y mostrando un discurso más fluido que levanto las risas en el hemiciclo, reprochó el tiempo invertido en responderle —una hora y cuarenta minutos—, y llamó a cambiar el Reglamento del Congreso de los Diputados. A Yolanda Díaz le afeó haber usado la tribuna para «presentar su proyecto», Sumar.