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Sánchez y Díaz utilizan la moción de Vox para lanzar juntos al Gobierno a la carrera electoral

El jefe del Ejecutivo aprovecha la potestad de hablar sin límite de tiempo para apabullar a Tamames con una defensa de su política y da a Yolanda Díaz una plataforma de lanzamiento

Tamames y Abascal ayer, en un momento del debate sobre la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez. JUANJO MARTÍN

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León

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La estrategia para afrontar la moción de censura con Vox que con tanto celo guardaba Pedro Sánchez resultó ser bien sencilla: aprovechar la ocasión de hablar sin tiempo limitado ante la Cámara para elevarse por encima del ruido de la coalición que lo ha ocupado prácticamente todo en las últimas semanas y ofrecer a Yolanda Díaz una plataforma sin igual a escasos días del lanzamiento de Sumar y en plena pugna con Podemos.

No había demasiadas dudas, pero finalmente el presidente del Gobierno rehusó la propuesta de los morados de dejar que Ione Belarra e Irene Montero hablaran en defensa del Ejecutivo. Fueron él y la vicepresidenta segunda quienes se repartieron el protagonismo y quienes de manera expansiva dieron réplica a los discursos de Santiago Abascal y de su atípico candidato, Ramón Tamames, mientras en los pasillos Belarra exigía convertir en «hechos» su discurso progresista, el único pelilzco en una jornada de exhibición de la unidad.

Sánchez siempre tuvo claro que su objetivo era convertir una sesión parlamentaria que sus propios socios llevaban días tildando de «moción ‘fake’», «astracanda» o «vodevil» en una oportunidad para hacer lo que, en cualquier caso, tenía intención de hacer durante la campaña electoral para las elecciones autonómicas y municipales del próximo 28 de mayo: confrontar su modelo de país, el de la coalición y los aliados de la investidura, con la única alternativa que, a tenor de las encuestas, podría ofrecer la oposición, el de PP y Vox. A eso se dedicó desde el primer minuto, presumiendo de estabilidad económica, territorial y social e implicando a un Alberto Núñez Feijóo que no quiso ni asistir al debate.

«Esos que se van a abstener —dijo en alusión a los populares— son tan responsables como ustedes del daño que esta moción delirante le hace a la democracia (...) Lo que va a hacer el PP es un pago en diferido. Un anticipo de caja», acusó.

El presidente del Gobierno ni siquiera esperó a oír lo que el supuesto aspirante a sustituirlo tenía que decir para subir a la tribuna. Lo hizo nada más terminar el líder de Vox , el primero en romper el fuego, para desconcierto de un Tamames que se vio obligado a esperar 2 horas y 40 minutos antes de poder disfrutar, a sus 89 años, del último momento de ‘gloria’ en el mismo Congreso de los Diputados que lo vio bregarse durante la Transición, cuando militaba en el Partido Comunista.

Tan evidente fue que no tenía más intención que usar el hemiciclo como trampolín electoral que Sánchez no se molestó en quedarse una vez ejecutado su plan. A pesar de que había sido él quien había defendido los días previos que la moción de censura era un instrumento legítimo que había tomarse en serio y el PSOE el que había descartado la propuesta de algunos aliados de despacharla con intervenciones de trámite, el jefe del Ejecutivo abandonó la Cámara baja pasadas las tres de la tarde, concluida la sesión de la mañana que había comenzado a las nueve, tras haber monopolizado el debate durante más de tres horas y después de escuchar cómo Yolanda Díaz replicaba a Tamames con una dureza que él había reservado exclusivamente para Abascal.

De la mano, presidente y vicepresidenta se afanaron en presentarse como la cruz de los Gobiernos de Mariano Rajoy, especialmente, del de la primera legislatura, el que todavía tuvo que lidiar, como José Luis Rodríguez Zapatero, con una Unión Europea desde la que se demandaban recortes del gasto público, Y está previsto que hoy vuelvan a hacerlo para dar replica, esta vez sí, a la portavoz del PP, Cuca Gamarra, a la que ayer no correspondía aún el turno de palabra. «Queda Gobierno de coalición para mucho tiempo», advirtió Díaz tras glosar de manera pormenorizada el trabajo de cada uno de los ministros.

Sin participar, los populares estuvieron muy presentes en la jornada parlamentaria. Y no sólo por las referencias de los miembros del Ejecutivo. También Abascal dejó claro en su intervención inicial que la moción, como subrayó el portavoz del PNV, Aitor Esteban, también buscaba «poner en un brete» a Feijóo, al que lanzó una invitación envenenada. «Votemos juntos contra el peor Gobierno en décadas; votemos hoy y entendámonos mañana», reclamó. Tamames, que aguantó hasta el final, no pidió ningún voto. Se limitó a leer, con ligeras variaciones y algunos olvidos (no llegó a decir que su objetivo era convocar elecciones en apenas mes y medio), el discurso que ya se había filtrado hace casi una semana y a evitar todos aquellos asuntos que lo separan de Vox. Pero también de afear a Sánchez que se alargara en exceso sin responder a sus críticas concretas. La fundamental, la eliminación del Código Penal del delito de sedición pro el que fueron condenados los líderes del ‘procés’. «Eso por sí solo —sostuvo— debería haber provocado la disolución de las Cortes».

En defensa de Montero y Belarra

Ya con la aureola de candidata a la Moncloa, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se empleó a fondo durante su intervención en la moción de censura en tratar de cohesionar la coalición con el PSOE y cerrar las heridas abiertas con Podemos. En pleno pulso con los morados por su encaje en la plataforma que agrupará a las formaciones de la izquierda, la líder gallega se deshizo en elogios por la labor llevada a cabo por las ministras de Derechos Sociales y de Igualdad, Ione Belarra e Irene Montero. Antes había hecho lo propio con el resto de ministros del PSOE, de IU y de los comunes, pero la imagen tuvo un especial simbolismo en el caso de las número uno y dos de Podemos, respectivamente, por las divergencias que les han separado en los últimos meses. Especialmente por la propuesta de reforma de la ley del ‘solo sí es sí’, en la que los morados la acusaron de «ponerse de perfil» por no apoyar públicamente a la titular de Igualdad cuando arreciaban las críticas por las rebajas de penas a delincuentes sexuales.

La escena también se produce en un momento clave para el futuro del espacio político. Belarra y Montero amagan con plantar a Díaz en el lanzamiento de su candidatura, que tendrá lugar el próximo 2 de abril en un gran acto en Madrid, si ambas partes no alcanzan antes un acuerdo de coalición entre los morados y Sumar con la condición de que la estructura se decida con primarias abiertas.

La secretaria general de Podemos, horas antes de la intervención de Díaz, reconoció que no ha habido avances en las negociaciones en este sentido. «No hay novedades», dijo Belarra en tono lacónico. Desde la formación ya explicaron que sus principales espadas no pueden acudir al lanzamiento de su candidatura sin tener definida las reglas básicas de una alianza electoral. También echan de menos el respaldo de la vicepresidenta en la campaña electoral del 28-M, una vez que esta solo ha anunciado que apoyará a los comunes en el intento de revalidar la alcaldía de Barcelona para Ada Colau.

El resto de las formaciones llamadas a configurar el frente amplio elogiaron a Yolanda Díaz. El coordinador general de IU, Alberto Garzón, calificó el discurso de la vicepresidenta de «presidencial». El dirigente de En Comú Podem, Jaume Asens, ironizó con que Vox «empezó el día queriendo acabar con la presidencia de Pedro Sánchez» y acaba la jornada «ayudando a empezar la presidencia de Yolanda Díaz». Desde Más Madrid, la candidata a la alcaldía de la capital, Rita Maestre, la calificó de «enorme».