Almeida resurge sin mancha del ‘caso mascarillas’ un año después del escándalo
La pasada Semana Santa supuso un particular descenso a los infiernos del regidor
El pasado 3 de abril el juez Adolfo Carretero dio por concluido el sumario del conocido como ‘caso mascarillas’, que investigaba el desembolso por parte del Ayuntamiento de Madrid de 12 millones de euros para adquirir en marzo de 2020 tapabocas, guantes y test covid. El magistrado propuso sentar en el banquillo a los dos comisionistas —Luis Medina y Alberto Luceño— que se embolsaron cerca de seis millones de euros por aquella operación en los días más duros de la pandemia. Pero el auto iba más allá, al menos en lo que al Ayuntamiento de Madrid se refería. Aunque el juez reconocía «la laxitud en los controles en la contratación» (único reproche al consistorio en toda la investigación), el texto declaraba oficialmente al ayuntamiento como víctima, que no copartícipe, de «la estafa agravada» de la que se acusa tanto a Medina como a Luceño.
Aunque el auto de esta semana, sin duda, fue una excelente noticia para el equipo José Luis Martínez-Almeida, lo cierto es que en el Palacio de Cibeles hacía meses que ya respiraban aliviados, sabedores de que la investigación no les iba a salpicar porque todos los indicios y pruebas, como luego ha certificado el juez, apuntaban a que Medina y Luceño ocultaron al ayuntamiento su «nula experiencia en temas de material sanitario», así como el hecho de que sus comisiones alcanzaran «un 60% en el caso de las mascarillas, un 81% en el de los guantes de nitrilo y un 71% en el de los tests».
Las últimas encuestas coinciden en situarle al borde de la mayoría absoluta en las elecciones municipales del próximo mayo y nadie duda, ni siquiera los más optimistas de la oposición, de que volverá a ser el alcalde de la capital de España. Nadie se acuerda de las mascarillas, pero hace justo un año, el abril de 2022, el panorama era bien distinto. La denuncia de Anticorrupción por aquellos contratos acabó de llevar a los infiernos a Almeida, que por entonces ya lidiaba con un importante deterioro de imagen al haberse visto su equipo envuelto en el supuesto espionaje a Isabel Díaz Ayuso, hasta el punto de que tuvo que cesar a Ángel Carromero, su entonces mano derecha en el consistorio, y al que muchos señalaban como el cerebro detrás de la conspiración para acabar con Ayuso a cuenta del contrato de las mascarillas de su hermano con la Comunidad de Madrid.
Además, Almeida luchaba por entonces por sacudirse el marchamo de ‘casadista’ a pesar de que desde agosto de 2020 era el portavoz nacional del PP por su estrecha amistad a Casado, quien se había visto obligado a abandonar la presidencia de los populares.