El Govern catalán abre ahora una guerra hídrica con el Gobierno
La sequía aprieta en Cataluña. Aunque ha llovido este pasado fin de semana, los pantanos siguen mirando al cielo, pues están en su peor situación en lo que vamos de siglo. El fantasma de los cortes a la ciudadanía está sobre la mesa si el panorama no cambia. El final del verano puede venir acompañado de medidas drásticas.
Salvo rezar a la Moreneta, de momento, la Administración catalana ha aportado pocas soluciones estratégicas, más allá de un decreto sobre la sequía para afrontar las urgencias coyunturales. El Govern ha tratado de cargar todas las culpas al Gobierno central, que días atrás decretó el cierre del canal de Urgell, a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro; un hecho inédito en casi 200 años. La infraestructura es clave para el campo de Lleida, puntero en el cultivo de fruta.
El Ejecutivo catalán acusa al Gobierno de no haber invertido en la modernización del canal, mientras se defiende de los ataques de la oposición, que señala que la Generalitat lleva una década, la del ‘procés’ independentista, sin atender las cuestiones importantes.
Lo mismo ha ocurrido con los proyectos de energías renovables. El presidente de la Generalitat, como hace en la cuestión de Cercanías de Renfe, ha aprovechado esta crisis para reclamar más competencias.
«La falta de planificación del Gobierno español hipoteca hoy el futuro del campesinado catalán», asegura la Generalitat, que ha pedido ya a Pedro Sánchez la gestión compartida del tramo catalán de la cuenca del Ebro.