Diario de León

Podemos recupera a Pablo Iglesias para atacar a las izquierdas de Sánchez y Díaz

El ideólogo del partido morado afirma que no se irán del Gobierno pese a las constantes discrepancias internas

Pablo Iglesias, fundador de Podemos, ayer, en Las Palmas de Gran Canaria. ÁNGEL MEDINA G.

Pablo Iglesias, fundador de Podemos, ayer, en Las Palmas de Gran Canaria. ÁNGEL MEDINA G.

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Y Pablo Iglesias apareció al tercer día. Aunque su sombra se proyecta en cada decisión de Podemos, el ex secretario general de los morados llevaba casi dos años convertido en un «activo mediático» y no protagonizaba ningún acto político de su formación más allá de algunos actos puntuales. Pero a petición de su «jefa» —como aseguró él mismo en referencia a su sucesora, Ione Belarra— y con el convencimiento de que los morados se juegan su futuro el 28 de mayo en las urnas, el ex vicepresidente segundo del Gobierno se desplazó ayer a Las Palmas de Gran Canaria para respaldar en campaña a la candidata, Noemí Santana. Allí dijo estar liberado de las ataduras propias de un candidato y prometió «hablar claro».

«Ya no tengo costumbre de dar mítines porque me toca hacer otra cosa. Así que me preguntaba, ¿qué digo yo aquí?», comenzó, antes dedicar toda su intervención a desgranar los mensajes que se han convertido en el eje central de los morados para estas elecciones. Por un lado, que la ley de vivienda es patrimonio de los de Belarra, y no del PSOE, y por otro, que «Podemos es la única formación que se atreve a decir las cosas cuando gobierna. Es fácil criticar a la Otan cuando estás fuera del Gobierno, lo difícil es decirlo al lado de la ministra de Defensa cuando tienes responsabilidades».

El dardo no sólo tenía como destinatario a los socialistas, también a la veintena de formaciones de izquierda que actualmente se encuentran en la órbita de Sumar, la plataforma de Yolanda Díaz. Un proyecto político con el que Podemos aún no termina de comulgar y, pese al apoyo de la líder gallega en campaña a las candidaturas de los morados, varias de estas marcas, como Más Madrid o Compromís, compiten directamente contra ellos en territorios clave como Madrid o la Comunidad Valenciana.

Un desentrenado Iglesias, que tuvo que consultar en varias ocasiones sus apuntes, se centró, sobre todo, en el tema de la vivienda. Insistió en que los socialistas han acelerado su tramitación en el Congreso por electoralismo, después de tres años de negociaciones a cara de perro, y detectar en Ferraz, como señaló, que se trata de «un tema vital en esta campaña, que preocupa a los votantes e izquierda y de derecha».

Los socialistas niegan este extremo mientras los morados disputan a Pedro Sánchez cada uno de lo anuncios que ha realizado sobre esta cuestión durante las últimas semanas, especialmente la propuesta de ofrecer a menores de 35 años avales del ICO para poder sufragar la entrada a su primera vivienda. «Es la propuesta de la banca», insistió el antiguo líder de Podemos. «Al PSOE a veces se le nota cuando es sincero y cuando no es sincero. No se me olvida al ministro (José Luis) Ábalos diciendo que la vivienda es un bien de mercado», añadió.

Sobre la presencia de Podemos en un Gobierno con cuyo socio mayoritario choca frecuentemente, Iglesias defendió la permanencia de su partido en la coalición, en vez de pasarse a la oposición, «porque la política va de defender intereses». También describió el Consejo de Ministros como «un terreno de conflicto».

Los morados se empiezan a desprender del aislamiento en el que quedaron tras el acto de Díaz en el Magariños el pasado 2 de abril, cuando lanzó, sin la presencia de Ione Belarra o Irene Montero, su candidatura a la Moncloa. Las últimas encuestas denotan que tanto el PSOE como Más País o Compromís necesitan que Podemos alcance el 5% de los votos —el mínimo para obtener representación— en plazas como Madrid o Valencia. Un varapalo frustraría las opciones del bloque de izquierdas en las urnas. Por ello, los socialistas evitan confrontar con sus socios de coalición mientras la líder gallega mantiene su ejercicio de equilibrismo político para respaldarles sin dejar de lado al resto de candidaturas de su órbita.

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