Diario de León

Sánchez deja la mano tendida hacia Bildu y acusa al PP de «cinismo» e «hiperventilación»

Afea a la izquierda abertzale la inclusión en sus listas de condenados en un nuevo intento de reconducir la campaña

Pedro Sánchez con la presidenta de la Comunidad Balear. CATI CLADERA

Pedro Sánchez con la presidenta de la Comunidad Balear. CATI CLADERA

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Ningún impacto ha tenido la controversia que, hasta ahora, está dominando la campaña nacional para las elecciones autonómicas y municipales del día 28 sobre la relación que Pedro Sánchez mantiene con EH-Bildu.

El presidente del Gobierno dejó claro este miércoles, durante la sesión de control en el Congreso, que quiere seguir contando con los votos de los independentistas vascos para sacar adelante sus iniciativas legislativas.

En concreto, trasladó a la portavoz del partido, Mertxe Aizpurua, que le pedirá su apoyo cuando en junio remita a la Cámara el próximo real decreto ley con medidas para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la guerra de Ucrania. Aunque previamente le dijera también que su partido se ha «equivocado» al meter en sus listas a condenados por terrorismo, que ese acto puede ser «legal pero no es decente» y que lo que se espera esas personas es «un mensaje de reparación, perdón y reconciliación». El cruce entre Sánchez y Aizpurua —que en ningún momento se refirió a el espinoso asunto de su candidaturas y se limitó a encabezar su intervención con un «hoy también queremos mirar al futuro y defender el bienestar social y económico de la mayoría social y trabajadora vasca, así como la del conjunto del Estado»—, había venido precedido de otro estruendoso choque con la secretaria general del PP, casi idéntico al que el presidente mantuvo la víspera en el Senado con Alberto Núñez Feijóo, solo que esta vez jaleado además desde los escaños de Vox.

De nuevo, la acusación de que el jefe del Ejecutivo es «cruel» con el primer partido de la oposición y «condescendiente» con Bildu; la conminación a elegir entre sus lazos con esa fuerza política y «la decencia». De nuevo, en sentido contrario, el reproche al PP por su «cinismo». «En 2015 condenados por terrorismo que habían cumplido sus penas formaron ya parte de las listas de Bildu. Ustedes gobernaban y no pusieron el grito en el cielo», recriminó el jefe del Ejecutivo.

«Cuando no tienen argumentos —insistió— siempre vuelven a ETA con acusaciones deleznables que luego no son capaces de repetir. ¿Sería capaz de decir hoy que Zapatero traicionó a los muertos?». «¡Sí!» gritaron excitados a coro en el partido de Santiago Abascal.

En Moncloa aseguran que el empeño del PP en centrar la contienda en Bildu no va a tener resultado, que alimenta a la ultraderecha pero que la «brutalidad» de sus acusaciones se está convirtiendo en un «elemento de cohesión» para el electorado socialista. También en algunas de las comunidades más sensibles a este tipo de discurso, como Castilla-La Mancha, aseguran no estar excesivamente preocupados a pesar de que el pasado domingo, en el único acto que tendrá con Sánchez en toda la campaña, Emiliano García-Page sintiera la necesidad de proclamar un «yo, con los asesinos de ETA ni a la vuelta de la esquina» que puso en evidencia el silencio del presidente. Que sea Vox quien se beneficie de la agitación no es tampoco, además, una buena noticia para los socialistas. En algunas circunscripciones, por ejemplo de Castilla-La Mancha, la llave de la victoria depende de que esa formación logre o no rebasar la barrera mínima para obtener escaño. En el PSOE hay quien cree igualmente que, aunque buena parte de los votantes ha normalizado a Bildu como un actor político aceptable si de lo que se trata es de hablar de «las cosas de comer», la polémica puede tener la virtud de mantener movilizados a los votantes de la derecha «como en unas generales».

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