Díaz y Belarra, condenadas a entenderse
Cuando Pedro Sánchez sorprendió a propios y extraños adelantando las generales al 23 de julio, activó el contador de diez días que la Ley de Régimen Electoral da de plazo para registrar coaliciones. Yolanda Díaz, que había estado un año cocinando a fuego lento su «proyecto de país», se apresuró a telefonear inmediatamente a los líderes de Más País, Compromís, la Chunta Aragonesista, Equo, Alianza Verde, y hasta dieciséis organizaciones interesadas en confluir de la mano de Sumar a las elecciones. No había tiempo que perder y en esta ronda de llamadas la líder gallega incluyó a la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, con la que ha mantenido tensiones en los últimos meses por el encaje de los morados, que piden una «posición hegemónica» en este mar de siglas. El deshielo se inició a marchas forzadas.
El ambiente en la sede de Podemos el lunes era de nerviosismo por los resultados cosechados el día anterior. Ni Belarra ni su número dos, Irene Montero, habían comparecido el 28-M para explicar el batacazo de su formación en territorios clave como Madrid o la Comunidad Valenciana, donde los morados fueron barridos de sus parlamentos autonómicos.