Cataluña espera agazapada
ERC y Junts libran su propia batalla independentista ante el riesgo de que el PSC y el PP les coman posiciones en su propia casa y agitando otro ‘procés’ si gobiernan las derechas el 24-J
Cataluña ha sido secundaria en la campaña electoral. El duelo Sánchez-Feijóo lo ha acaparado todo y la cuestión catalana ya no preocupa tanto, aunque siempre sobrevuela los debates y sirve de gasolina para atacar al Gobierno por sus pactos y sus concesiones. Cataluña ha dejado de ser un problema de primer orden, como hace un lustro. Pero eso no quiere decir que no pueda volver a serlo.
Porque el independentista es un movimiento más reactivo que otra cosa. Y hay quien confía en una victoria de la derecha para volver a poner las bases de un futuro ‘Ho tornarem a fer’ (‘Lo volveremos a hacer’), una frase que es ya un eslogan y que sirve de amenaza. Tanto Pedro Sánchez como Santiago Abascal ha augurado que la tensión de 2017 volverá con un Gobierno conservador, mientras Alberto Núñez Feijóo ha replicado que su objetivo es lo contrario: rebajar la temperatura y unir la sociedad.
El pulso Puigdemont-Junqueras, convertidos en enemigos irreconciliables, impide la unidad del independentismo. El presidente de la Generalitat ha llamado a recoser un frente nacionalista en caso de que PP y Vox lleguen al gobierno. Propone un rearme ante lo que prevé una ofensiva contra cuestiones muy sensibles como son la lengua o la educación.
El secesionismo puede tener la tentación de iniciar un nuevo ‘procés’. Pero estas elecciones pueden representar un duro golpe para el nacionalismo, según las encuestas. De los 48 escaños que se eligen en Cataluña, el independentismo tiene a día de hoy 23 y puede caer a menos de 18. El PSC arrebataría a ERC la primera posición y Junts y el PP podrían alcanzar a los republicanos.
A pesar de que los sondeos vaticinan un descenso del independentismo, ERC puede volver a ser decisivo, si la derecha no alcanza la mayoría absoluta. Los republicanos, junto con EH Bildu, se abstuvieron hace cuatro años para favorecer la investidura de Pedro Sánchez. Los de Junqueras quieren seguir condicionando al Gobierno, si la aritmética lo permite.
El secesionismo ha llegado al 23-J enfrentado sobre la estrategia en Madrid. ERC apuesta por encarecer una hipotética investidura de Sánchez. Mientras Junts y la CUP aseguran que el único precio posible es el referéndum, los republicanos hablan de reactivar la mesa de diálogo, negociar el traspaso de Cercanías y abordar el déficit fiscal. Hasta Junts puede ser decisivo, si bien aboga por el bloqueo. La tensión puede reavivarse ante un Gobierno PP-Vox. Pero está por ver en qué posición queda ERC. Si cae como dicen las encuestas, habrá encadenado dos derrotas electorales consecutivas y Pere Aragonès lo tendrá muy complicado para mantener el Govern en solitario.